sábado, 11 de febrero de 2012

LEYENDA DE MNEMOSINE


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  En la mitología griega, Mnemósine (en griego Mνημοσυνη) es la personificación de la memoria y madre (con Zeus) de las nueve musas.
  los dioses le pidieron a Zeus que creara divinidades capaces de cantar el nuevo orden establecido en el Universo. Disfrazado de pastor, Zeus se unió durante nueve noches consecutivas con Mnemosine, hija de Gea y Urano, hermana de Kronos y Okeanos.  Mnemosine, personificación de la memoria, "sabe todo lo que ha sido, es y será " ; posee el conocimiento de los orígenes y de las raíces, poder que traspasa los límites del más alla. En Lebadea, ciudad de Beocia, existía una fuente con su nombre, de donde tenían que beber los asistentes al oráculo de Trofonio para tener acceso a la revelación. En las regiones infernales, en el oscuro reino de Hades, existía también una fuente de Mnemosine, a la que se le oponía la de Lete, el río del olvido, del que bebían los difuntos para olvidar su vida terrena.  Para los griegos, los muertos son aquellos que han perdido la memoria.

De la unión de Zeus con Mnemosine nacieron las Musas .

 Psicológicamente podríamos decir, que de la unión de lo divino (los arquetipos del inconsciente colectivo) con la memoria se producen las artes, la inspiración y las manifestaciones de cultura. Las Musas eran sumamente sabias pues conocían todas las historias. Ellas suplen las ausencias de la tradición, teniendo acceso a la sabiduría de Mnemosine, el conocimiento de los orígenes y de las verdades eternas. Homero no las dota de atributos diferentes y eran invocadas primordialmente como deidades de la memoria. Y ya la Mitología nos da un indicio de la función arquetipal de la Historia, porque siendo las Musas personificaciones de la memoria, ellas son, contradictoriamente, "las vírgenes que procuran el olvido de los males y el fin de los pesares" (Hesíodo, Teogonía) endulzando las angustias de la humanidad. La genealogía hesiódica de las Musas las señala en número de nueve, entre las cuales se encuentra Clio. La tradición posterior, en tiempos relativamente modernos, les asigna atributos particulares a cada una, constituyéndose Clio en la personificación de la Historia. Su nombre significa gloria, honor, Ella canta comenzando por el principio, elogiando las hazañas de los héroes, anunciando los hechos importantes. Pero Clio no se interesa por la acumulación de datos, por los sucesos cotidianos, por la historia casuística o el tiempo profano. Ella canta sólo a lo significativo, a aquellos eventos que son algo más que el simple hecho, a los acontecimientos heroicos que tienen un sentido arquetipal, una resonancia psicológica. El pasado expuesto por Clio no es meramente la ubicación temporal de lo que sucedió anteriormente, no es una secuela de causas y efectos, es, más bien, una conexión con las realidades fundamentales, con el fondo del ser y la existencia. Tanto para Hesiodo, como para Homero o Empedodes, las Musas no representaban exclusivamente una memoria exacta del pasado. Eran las reveladoras de verdades escondidas, de una visión profunda e interior del pasado, que permitía revivir las relaciones auténticas, lo cual daba una verdadera sabiduría. Esto se incorpora a la tradición griega de que el conocimiento del pasado pertenecía los poetas, quienes tenían acceso a una facultad especial. Hasta el mismo Aristóteles consideraba que la poesía era la única capaz de obtener una enseñanza esencial de la secuencia temporal de hechos empíricos.

Otra vertiente importante de la Mitología de la Memoria en Grecia es la de la metempsicosis, doctrina de la transmigración y reencarnación, tal como aparece entre los pitagóricos. Ya no se trata de la memoria de los acontecimientos primordiales, como en las musas, sino del recuerdo de las existencias personales anteriores. Esta es una aproximación histórica. Es descubrir una trama en nuestras vidas pasadas y dispersas; rastrear nuestra propia historia a través de una anamnesis. Y es precisamente este recuerdo lo que sitúa a un hombre entre "los que saben". Grecia produjo un verdadero tratado de la memoria. Platón, por ejemplo, afirmaba que los perfectos no tienen necesidad de recordar ya que no han olvidado. El conocimiento de la verdad consistía en recordar las Ideas una vez observadas por el alma, La sabiduría dependía, por lo tanto, del recuerdo de esa realidad superior que era el mundo de las ideas. Pero la dimensión psíquica de esta mitología no se limita exclusivamente a las costas mediterráneas. Las prácticas de los chamanes siberianos intentan recuperar las existencias pasadas. En la India el olvido se equipara a la muerte, a la pérdida de uno mismo, mientras que la anamnesis implica la recuperación de la identidad y el sine que non de la inmortalidad. Buddha y Krishna pertenecen a los pocos que pueden recordar sus nacimientos y existencias pasadas. Y es esa memoria absoluta la que confiere el poder para liberarse del encadenamiento karmico, y la que permite el dominio del destino propio y la llegada a la sabiduría. Sólo conociendo el pasado, así como los efectos y repercusiones de nuestras conductas anteriores, podremos evitar la vuelta al sufrimiento y a la existencia, y podremos redimimos de la ley que nos impone las transmigraciones infinitas(Mircea Eliade, Mito y realidad). 

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