Esposa de dos de los más poderosos soberanos del siglo XII, Leonor de Aquitania desempeñó un papel político al que no parecía estar predestinada debido a su condición de mujer. Esta mujer poderosa contribuyó a la difusión de la cultura cortesana.
Leonor nació en 1122, en un castillo de Bordelais. Era nieta del primer trovador conocido, el duque de Aquitania, Guillermo IX, cuyas posesiones abarcaban todo el sudoeste de Francia, desde los Pirineos hasta el Poitou; en la zona se hablaban todas las variedades de la lengua de oc.
En el seno de su familia, la niña desarrolló el gusto por las letras y la poesía, al igual que una gran sensibilidad por el refinamiento del amor cortés que apenas empezaba a nacer. Como primogénita del duque de Aquitania, Guillermo X, heredó a su muerte este extenso territorio, rico y reacio a toda autoridad extranjera. Poderosa, bella y cultivada,
Leonor era un excelente partido que el rey de Francia se apresuró en codiciar para su hijo de dieciséis años. Luis VI el Gordo, sintiendo la muerte cercana, adelantó el matrimonio: el 25 de julio de 1137, el joven Luis VII y Leonor se casaron y luego fueron coronados en Burdeos. A los quince años, Leonor se convirtió en la reina de Francia.Los primeros meses en la corte de Francia fueron sin duda difíciles. Acostumbrada al sol, las fiestas y el refinamiento meridionales, debió habituarse a vivir al lado de un marido muy piadoso, formado en una educación austera, y alimentado por los textos religiosos e históricos.
Sin embargo, la pareja parecía entenderse bien y Luis estaba muy enamorado de su joven esposa. Leonor, cuya personalidad estaba bien asentada, ejercía una clara influencia sobre su marido: se dedicó a preservar los intereses de su familia y se preocupó por participar en los asunto
Cuando en 1146 resonó el llamado a la segunda cruzada, naturalmente Leonor entusiasta, decidió acompañar a Luis. La aventura fue un fiasco. El humillante fracaso militar fue rápidamente atribuido por la presencia de la reina y su séquito. La empresa terminó con graves tensiones y la pareja real, ya que la reina regresó de la cruzada mancillada por una sospecha de adulterio.
A pesar de los esfuerzos de los círculos allegados a los reyes, preocupado por la idea de ver Aquitania -que Leonor poseía en propiedad- sustraerse al poder los Capetos, ambos esposos pronto solicitaron el divorcio, que solamente la Iglesia podía conceder. Un concilio reunido rápidamente consta: el 18 de marzo de 1152 la consanguinidad de ambos esposos, quienes efectivamente eran primos lejanos. En realidad, fueron otras las razones que llevaron a la discusión del matrimonio. Más que la consaguinidad, reconocida y frecuente en reuniones reales, fueron el presunto adulterio, las diferencias culturales entre ambos esposos y sobre todo la falta de un heredero varón después de quince años de matrimonio los que acabaron con esta unión.
La historia de la reina Leonor podría haberse detenido con este divorcio. Sin embargo, apenas unas semanas más tarde, la duquesa de Aquitania, en la plenitud de la treintena. se casó con Enrique Plantagenet, de dieciocho años, futuro rey de Inglaterra. Enamorada de este joven que había conocido el año anterior, Leonor dejó a Luis sus dos hijas, María y Alix, para viajar hacia su nuevo destino.
En 1154, cuando Enrique sucedió a su padre Godofredo Plantagenet, el rey de Inglaterra devino señor feudal de Aquita-pnia. Además, Enrique II Plantagenet obligó al conde de Nantes a entregarle sus posesiones, lo que le permitió ser más poderoso que el rey de Francia: los dominios del reino eran mucho más extensos que los del primer esposo de su mujer y formaran una franja continua desde Aquitania hasta Normandía. La situación generada por el segundo matrimonio de Leonor fueron de los orígenes de la trágica rivalidad franco-inglesa, que ensangrentó ambos países hasta finales de la guerra de los Cien Años.
La vida de la reina de Inglaterra fue muy distinta a la de la reina de Francia. Su marido exigió que desempeñara las funciones de una soberana feudal. Lo acompañó en sus largas peregrinaciones, ya que su presencia era necesaria para asentar el poder de su marido frente a los aquitanos, siempre listos a la rebelión. Además, tuvo ocho hijos, de los cuales cuatro fueron varones, ella que sólo había tenido con Luis VII dos hijas en quince años de matrimonio.
A pesar de su gran actividad, Leonor no olvidó su gusto por el arte y la cultura. Estableció una espléndida corte en Poitiers donde acogió a trovadores y escritores, los que en muchos casos le dedicaron sus obras. La reina apoyó e inspiró a numerosos artistas, entre los cuales uno de los más famosos fue Bernardo de Ventadour.
LOS PLANTAGENET: La dinastía de los Plantagenet debe el nombre que le otorgaron los historiadores a Godofredo V, conde deAnjou, que debido a su afición por la caza, ¡había multiplicado las tierras y plantado retamas (genéts)! Tras recibir en herencia los condados de Anjou, Turena y Maine, Godofredo Plantagenet desposó en 1128 a Matilde, hija del último rey normando de Inglaterra, Enrique I Beauclerc. Aunque Godofredo no pudo hacer valer los derechos de su esposa sobre la corona, logró recuperar el ducado de Normandía en 1144.
Su hijo, Enrique II, añadió Aquitania gracias a su matrimonio con Leonor y obligó en I 154 al rey de Inglaterra, Esteban de Blois, a reconocerlo como sucesor. De esta manera, nació el «imperio Plantagenet», que creció aún más durante el reinado de Enrique II, con Irlanda, el condado de Nantes, e incluso, Bretaña. Aunque los Plantagenet perdieron durante el siglo XIII la parte continental de este gigantesco territorio, a excepción de Aquitania, se mantuvieron en el trono de Inglaterra hasta la llegada de los Tudor en 1485.
UNA MUJER PODEROSA: La pasión de Leonor por las letras no la desvió de los asuntos políticos. Siempre deseosa de desempeñar un papel en los asuntos del reino, obtuvo el derecho de reinar formalmente sobre el ducado de Aquitania al lado de su joven hijo Ricardo, mientras su marido residía principalmente en Inglaterra.
En este contexto escribió una nueva página en la vida de Leonor. | Enrique II no era un muy buen marido. -Mientras más pasaba el tiempo, más parecía que la había desposado por sus tierra: Distaba mucho de ser un modelo de virtud, ya que frecuentaba numerosas amantes y se enamoró de una cierta Rosamunda Clifford.
El sentimiento de traición se sumó a las veleidades del gobierno de Leonor. En 1173, la reina decidió vengase sublevando a sus hijos contra su padre, Enrique el Joven, luego Ricardo Corazón de León y Godofredo lideraron la revuelta en Aquitania, con el apoyo del rey Francia, Luis VII, quien parecía haber olvidado la amargura de su divorcio y sólo consideraba la oportunidad política de una alianza con su antigua esposa. Sin embargo, Enrique II tomó prisionera a Leonor y puso como condición para liberarla la rendición de sus hijos. Las armas fueron rápidamente depuestas, sobre todeo después que Luis VII demostró ser un apoyo de poco valor, igual al marido mediocre que había sido.
Leonor sin embargo fue liberada, y la fiera aquitana pasó más de quince años en «libertad vigilada», rajo el ojo atento de Enrique II. Éste no aceptó ninguna petición de gracia y Leonor logró recuperar su libertad solamente
en 1189, cuando su marido murió. Aunque ya tenía sesenta y siete años, le esperaba una nueva prueba. Su hijo Ricardo, a partir de entonces rey de Inglaterra, planeaba partir a la tercera cruzada. Durante su ausencia, ella administró el reino: Leonor tenía finalmente el poder y debía hacer frente a las intrigas de su hijo menor, Juan «sin Tierra», pero no sin ambición, este hijo, poco amado, intentó en efectivamente aprovechar la ausencia de su hermano rara apoderarse del trono: el complot fracasó, en parte gracias a la energía despicada por la reina, cuando Ricardo recuperó finalmente el reino, ella decidió, a la edad de setenta y dos años, retirarse a la abadía de Fonterault. Su retiro sin embargo sólo fue relativo, ya que siguió atenta a los asuntos del reino y al conflicto que lo oponía a Francia.
Salía de las sombras cada vez que su opinión o intervención eran necesarias. Destrozada por la muerte accidental de Ricardo Corazón de León en 1199, que recibió una flecha mortal durante el asedio a un castillo lemosín, Leonor encontró sus fuerzas para ayudar en la coronación Juan sin Tierra, pensando así proteger a Inglaterra de la codicia del nuevo rey de Francia, Felipe Augusto. Tenía ochenta y dos años cuando falleció en la tranquilidad de su retiro. Enterrada en Fontevrault al lado de Enrique II y de Ricardo Corazón de León, sigue siendo, nueve siglos más tarde, una de las figuras femeninas más destacadas de la Edad Media.
FONTEVRAULT: La abadía donde se retiró Leonor de Aquitania al final de su vida fue fundada hacia 1101 por Roberto de Arbrissel, en compañía de un grupo heteróclita de discípulos que compartían el mismo ideal de vida ascética y evangélica. Este lugar frecuentado por nobles damas y leprosos, hombres y mujeres, era motivo de gran escándalo para los prelados y también para el abuelo de Leonor, Guillermo IX de Aquitania, que había visto cómo este apasionado predicador se había llevado sus dos esposas y su amante. Aunque su funcionamiento se reglamentó, Fontevrault siguió siendo una abadía donde las mujeres mandaban a los monjes.
Fuente Consultada:
Saladino Luis IX de Francia Boemundo I de Tarento Federico II Barbarroja
http://www.portalplanetasedna.com.ar/eleonor.htm
Leonor nació en 1122, en un castillo de Bordelais. Era nieta del primer trovador conocido, el duque de Aquitania, Guillermo IX, cuyas posesiones abarcaban todo el sudoeste de Francia, desde los Pirineos hasta el Poitou; en la zona se hablaban todas las variedades de la lengua de oc.
En el seno de su familia, la niña desarrolló el gusto por las letras y la poesía, al igual que una gran sensibilidad por el refinamiento del amor cortés que apenas empezaba a nacer. Como primogénita del duque de Aquitania, Guillermo X, heredó a su muerte este extenso territorio, rico y reacio a toda autoridad extranjera. Poderosa, bella y cultivada,
Leonor era un excelente partido que el rey de Francia se apresuró en codiciar para su hijo de dieciséis años. Luis VI el Gordo, sintiendo la muerte cercana, adelantó el matrimonio: el 25 de julio de 1137, el joven Luis VII y Leonor se casaron y luego fueron coronados en Burdeos. A los quince años, Leonor se convirtió en la reina de Francia.Los primeros meses en la corte de Francia fueron sin duda difíciles. Acostumbrada al sol, las fiestas y el refinamiento meridionales, debió habituarse a vivir al lado de un marido muy piadoso, formado en una educación austera, y alimentado por los textos religiosos e históricos.
Sin embargo, la pareja parecía entenderse bien y Luis estaba muy enamorado de su joven esposa. Leonor, cuya personalidad estaba bien asentada, ejercía una clara influencia sobre su marido: se dedicó a preservar los intereses de su familia y se preocupó por participar en los asunto
Cuando en 1146 resonó el llamado a la segunda cruzada, naturalmente Leonor entusiasta, decidió acompañar a Luis. La aventura fue un fiasco. El humillante fracaso militar fue rápidamente atribuido por la presencia de la reina y su séquito. La empresa terminó con graves tensiones y la pareja real, ya que la reina regresó de la cruzada mancillada por una sospecha de adulterio.
A pesar de los esfuerzos de los círculos allegados a los reyes, preocupado por la idea de ver Aquitania -que Leonor poseía en propiedad- sustraerse al poder los Capetos, ambos esposos pronto solicitaron el divorcio, que solamente la Iglesia podía conceder. Un concilio reunido rápidamente consta: el 18 de marzo de 1152 la consanguinidad de ambos esposos, quienes efectivamente eran primos lejanos. En realidad, fueron otras las razones que llevaron a la discusión del matrimonio. Más que la consaguinidad, reconocida y frecuente en reuniones reales, fueron el presunto adulterio, las diferencias culturales entre ambos esposos y sobre todo la falta de un heredero varón después de quince años de matrimonio los que acabaron con esta unión.
La historia de la reina Leonor podría haberse detenido con este divorcio. Sin embargo, apenas unas semanas más tarde, la duquesa de Aquitania, en la plenitud de la treintena. se casó con Enrique Plantagenet, de dieciocho años, futuro rey de Inglaterra. Enamorada de este joven que había conocido el año anterior, Leonor dejó a Luis sus dos hijas, María y Alix, para viajar hacia su nuevo destino.
En 1154, cuando Enrique sucedió a su padre Godofredo Plantagenet, el rey de Inglaterra devino señor feudal de Aquita-pnia. Además, Enrique II Plantagenet obligó al conde de Nantes a entregarle sus posesiones, lo que le permitió ser más poderoso que el rey de Francia: los dominios del reino eran mucho más extensos que los del primer esposo de su mujer y formaran una franja continua desde Aquitania hasta Normandía. La situación generada por el segundo matrimonio de Leonor fueron de los orígenes de la trágica rivalidad franco-inglesa, que ensangrentó ambos países hasta finales de la guerra de los Cien Años.
La vida de la reina de Inglaterra fue muy distinta a la de la reina de Francia. Su marido exigió que desempeñara las funciones de una soberana feudal. Lo acompañó en sus largas peregrinaciones, ya que su presencia era necesaria para asentar el poder de su marido frente a los aquitanos, siempre listos a la rebelión. Además, tuvo ocho hijos, de los cuales cuatro fueron varones, ella que sólo había tenido con Luis VII dos hijas en quince años de matrimonio.
A pesar de su gran actividad, Leonor no olvidó su gusto por el arte y la cultura. Estableció una espléndida corte en Poitiers donde acogió a trovadores y escritores, los que en muchos casos le dedicaron sus obras. La reina apoyó e inspiró a numerosos artistas, entre los cuales uno de los más famosos fue Bernardo de Ventadour.
LOS PLANTAGENET: La dinastía de los Plantagenet debe el nombre que le otorgaron los historiadores a Godofredo V, conde deAnjou, que debido a su afición por la caza, ¡había multiplicado las tierras y plantado retamas (genéts)! Tras recibir en herencia los condados de Anjou, Turena y Maine, Godofredo Plantagenet desposó en 1128 a Matilde, hija del último rey normando de Inglaterra, Enrique I Beauclerc. Aunque Godofredo no pudo hacer valer los derechos de su esposa sobre la corona, logró recuperar el ducado de Normandía en 1144.
Su hijo, Enrique II, añadió Aquitania gracias a su matrimonio con Leonor y obligó en I 154 al rey de Inglaterra, Esteban de Blois, a reconocerlo como sucesor. De esta manera, nació el «imperio Plantagenet», que creció aún más durante el reinado de Enrique II, con Irlanda, el condado de Nantes, e incluso, Bretaña. Aunque los Plantagenet perdieron durante el siglo XIII la parte continental de este gigantesco territorio, a excepción de Aquitania, se mantuvieron en el trono de Inglaterra hasta la llegada de los Tudor en 1485.
UNA MUJER PODEROSA: La pasión de Leonor por las letras no la desvió de los asuntos políticos. Siempre deseosa de desempeñar un papel en los asuntos del reino, obtuvo el derecho de reinar formalmente sobre el ducado de Aquitania al lado de su joven hijo Ricardo, mientras su marido residía principalmente en Inglaterra.
En este contexto escribió una nueva página en la vida de Leonor. | Enrique II no era un muy buen marido. -Mientras más pasaba el tiempo, más parecía que la había desposado por sus tierra: Distaba mucho de ser un modelo de virtud, ya que frecuentaba numerosas amantes y se enamoró de una cierta Rosamunda Clifford.
El sentimiento de traición se sumó a las veleidades del gobierno de Leonor. En 1173, la reina decidió vengase sublevando a sus hijos contra su padre, Enrique el Joven, luego Ricardo Corazón de León y Godofredo lideraron la revuelta en Aquitania, con el apoyo del rey Francia, Luis VII, quien parecía haber olvidado la amargura de su divorcio y sólo consideraba la oportunidad política de una alianza con su antigua esposa. Sin embargo, Enrique II tomó prisionera a Leonor y puso como condición para liberarla la rendición de sus hijos. Las armas fueron rápidamente depuestas, sobre todeo después que Luis VII demostró ser un apoyo de poco valor, igual al marido mediocre que había sido.
Leonor sin embargo fue liberada, y la fiera aquitana pasó más de quince años en «libertad vigilada», rajo el ojo atento de Enrique II. Éste no aceptó ninguna petición de gracia y Leonor logró recuperar su libertad solamente
en 1189, cuando su marido murió. Aunque ya tenía sesenta y siete años, le esperaba una nueva prueba. Su hijo Ricardo, a partir de entonces rey de Inglaterra, planeaba partir a la tercera cruzada. Durante su ausencia, ella administró el reino: Leonor tenía finalmente el poder y debía hacer frente a las intrigas de su hijo menor, Juan «sin Tierra», pero no sin ambición, este hijo, poco amado, intentó en efectivamente aprovechar la ausencia de su hermano rara apoderarse del trono: el complot fracasó, en parte gracias a la energía despicada por la reina, cuando Ricardo recuperó finalmente el reino, ella decidió, a la edad de setenta y dos años, retirarse a la abadía de Fonterault. Su retiro sin embargo sólo fue relativo, ya que siguió atenta a los asuntos del reino y al conflicto que lo oponía a Francia.
Salía de las sombras cada vez que su opinión o intervención eran necesarias. Destrozada por la muerte accidental de Ricardo Corazón de León en 1199, que recibió una flecha mortal durante el asedio a un castillo lemosín, Leonor encontró sus fuerzas para ayudar en la coronación Juan sin Tierra, pensando así proteger a Inglaterra de la codicia del nuevo rey de Francia, Felipe Augusto. Tenía ochenta y dos años cuando falleció en la tranquilidad de su retiro. Enterrada en Fontevrault al lado de Enrique II y de Ricardo Corazón de León, sigue siendo, nueve siglos más tarde, una de las figuras femeninas más destacadas de la Edad Media.
FONTEVRAULT: La abadía donde se retiró Leonor de Aquitania al final de su vida fue fundada hacia 1101 por Roberto de Arbrissel, en compañía de un grupo heteróclita de discípulos que compartían el mismo ideal de vida ascética y evangélica. Este lugar frecuentado por nobles damas y leprosos, hombres y mujeres, era motivo de gran escándalo para los prelados y también para el abuelo de Leonor, Guillermo IX de Aquitania, que había visto cómo este apasionado predicador se había llevado sus dos esposas y su amante. Aunque su funcionamiento se reglamentó, Fontevrault siguió siendo una abadía donde las mujeres mandaban a los monjes.
Fuente Consultada:
Saladino Luis IX de Francia Boemundo I de Tarento Federico II Barbarroja
http://www.portalplanetasedna.com.ar/eleonor.htm
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