miércoles, 29 de febrero de 2012

LEYENDA DE IFIGENIA

 


En la mitología griega, Ifigenia (en griego Ίφιγένεια Iphigeneia, ‘mujer de raza fuerte’) era una de las hijas del rey Agamenón y la reina Clitemnestra. A veces se le considera una hija de Teseo y Helena criada por Agamenón y Clitemnestra.

Al comienzo de la guerra de Troya, Ifigenia adquiere un protagonismo especial cuando la flota de Agamenón queda retenida en el puerto de Áulide en espera de vientos favorables.

Para conocer la causa del problema, Agamenón acude al adivino Calcante, quien le informa que Artemisa estaba descontenta con Agamenón desde que éste había matado un ciervo en una arboleda sagrada y alardear de ser mejor cazador, por lo que había detenido el viento en Áulide, entorpeciendo su travesía de camino a Troya hasta que Agamenón sacrificase a la más hermosas de sus hijas para saciar su furia.

El rey al principio se negó. Sin embargo, presionado por su hermano Menelao, finalmente Agamenón envió un mensaje a Clitemnestra para que hiciera enviar a su hija Ifigenia con el pretexto de casarla con Aquiles. Luego Agamenón trató de impedir el sacrificio enviando secretamente otra carta a Clitemnestra en la que se desdecía su petición; sin embargo, esta segunda carta fue interceptada, no llegando jamás a su destino.

Fue así como Ifigenia se encaminó hacia un terrible futuro, según algunos, sola y según otros, acompañada por su madre Clitemnestra, pues los autores no se ponen de acuerdo en esto, como tampoco se ponen de acuerdo en su desenlace, que varía según la fuente a la que acudamos.

En las versiones más clementes, Artemisa se apiada de la joven, la cual sustituye por una cierva, llevándose a Ifigenia a Táuride, donde la convertiría en su sacerdotisa. Según otras versiones, como la de Sofocles, el sacrificio sí que ocurre, convirtiéndose así en una justificación del crimen que Clitemnestra perpetrará en un futuro.
Herbert Schmalz - Iphigenia

Hesíodo, que la llamaba Ifimedia, va un paso más allá y afirma que ésta se convirtió en la diosa Hécate.
 
Según Eurípides, Ifigenia, investida ya como sacerdotisa de Artemisa, vuelve a reencontrarse con su hermano Orestes. En el relato de Eurípides, Orestes viene huyendo de la persecución de las Erinias, que lo castigan por el asesinato de su madre Clitemnestra y de su amante, con una misión encomendada por Apolo: recuperar la estatua de Artemisa que había caído desde el cielo en Táurica para llevarla a Atenas. Orestes ha llegado a Táurica acompañado de su íntimo amigo Pílades; pero ambos han sido encarcelados por los habitantes de la región, los tauros, que tenían la costumbre de sacrificar todos los extranjeros a Artemisa. Casualmente, la sacerdotisa encargada de realizar el sacrificio es su hermana Ifigenia, quien se ofrece a liberar a Orestes, sin saber que era su hermano, si éste llevaba consigo una carta hasta Grecia. Orestes rehusó hacerlo, solicitando a Pílades que llevase él la carta y lo dejase a él para ser sacrificado. Tras un conflicto de mutuo afecto, Pílades termina por acceder, pero la carta hará que Orestes e Ifigenia se reconozcan, tras lo cual huyen juntos llevando con ellos la imagen de Artemisa.
 cymon and ifigenia


Por cierto, no debe confundirse la Ifigenia griega con aquella que junto a Cimón inspiró a varios pintores para encumbrar el poder del amor.

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