viernes, 31 de mayo de 2013

MADELEINE de BRINVILLIERS Famosa envenenadora francesa del s. XVII.

http://www.gorgas.gob.pa/museoafc/loscriminales/criminales/paginas/brinvilliers.html,,,,,,   el suplicio consistia en hacerle ingerir muchos litros de agua hasta que el organismo colapsaba
extraido de ,,,
Museo de Antropología Médico-Forense Paleopatología y Criminalística

Marie Madeleine d’Aubray, marquesa de Brinvillier-La-Motte, nació el 22 de julio de 1630. Era la mayor de cinco hijos que tuvo Antoine Dreux d’Aubray, señor de Offémont y de Villiers, Consejero de Estado, Preboste y Vizconde de París y Teniente Civil de París. Marie Madeleine recibió una buena educación literaria pero poco o nada religiosa y moral. Perdió la virginidad a los siete años cohabitando con sus propios hermanos. Tenía mucho amor propio y una naturaleza ardiente y apasionada.

A los 21 años (1651) se casó con Antoine Cobelin de Brinvilliers, barón de Nocerar, aportando al matrimonio una dote de 200.000 libras, reuniendo entre ambos una gran fortuna. Amable, fogosa y bella, intrépida, de espíritu vivo, de gran sangre fría, imperturbable ante los imprevistos, resuelta a sufrir y a morir si fuese necesario, así la describen los que la conocieron bien en su época. Ojos azules, cabellos castaños, muy blanca de piel, era sin embargo pequeña y menuda de talla.


El marqués de Brinvilliers tenía amistad íntima con un capitán de caballería llamado Godin de Sainte Croîx, bastardo de una buena familia de Gascuña. Pronto fue el amante de Marie Madeleine lo que al parecer consentía el marido que a su vez tenía otras amantes. Pero el padre de Marie Madeleine que lo supo, se enfureció y consiguió que Sainte Croix fuese detenido y encerrado en La Bastilla el 19 de marzo de 1663.

Fue al parecer en La Bastilla donde Sainte Croix aprendió todo lo relativo a la preparación de venenos con un tal Exili o Eggidi o Gilles, gentil hombre italiano que estuvo al servicio de la reina Cristina de Suecia.

Cuando logró salir libre de la prisión, enseñó a su vez aquellos conocimientos a su amante. Poco tiempo después Exili fue deportado pero de alguna manera se escapó o regresó a París alojándose preciosamente en la propia casa de Sainte Croix. Exili había aprendido a su vez la química de los venenos de un conocido químico de la época, el suizo Cristophe Glaser, establecido en París, autor de un célebre "Tratado de Química", boticario del rey, y descubridor del sulfato de potasa que llevó su nombre.

Este famoso Glaser era quien al parecer proveía de sustancias químicas a Sainte Croix y a Exili. La Brinvilliers volvió con su amante apenas salido de la cárcel y se despertó en ella un profundo odio contra su padre responsable de la prisión de Sainte Croix. Tal fue su odio que decidió fríamente vengarse acabando con su vida y a la vez apropiarse así de la fortuna paterna. La Brinvilliers comenzó a visitar a los pobres y desvalidos de los hospitales a los que llevaba dulces, vino, galletas y otros regalos y pronto aquellos que atendía con tanto cariño aparente, morían. Hizo una diversión y un ensayo con el envenenamiento de los enfermos de los hospitales, observando el efecto de las sustancias que les administraba.


Según las investigaciones de la policía de la época envenenó también a varios criados "para ensayar". Una vez que probó lo que llamaba "la receta de Glaser", comprobando la impotencia de los médicos para descubrir las trazas del veneno en el cadáver, cuando estuvo segura del efecto, decidió el envenenamiento de su padre.

El 13 de junio de 1666, Antoine Dreux d’Aubray, que hacía varios meses sufría extrañas molestias, decidió marchar a sus tierras de Offrémont, a escasas leguas de Compiêgne, rogando a su hija que le acompañase y pasara con él y sus nietos dos o tres semanas. Desde la llegada de la marquesa de Brinvilliers junto a su padre, el mal de éste empeoró, presentándose grandes vómitos cada vez más violentos, teniendo que ser trasladado a París para ser atendido por otros médicos. Su hija le acompañó.

Marie Madeleine confesaría más tarde que había administrado veneno a su padre 28 a 30 veces, con sus propias manos y a veces por medio de un lacayo llamado Gascon que Sainte Croix le había enviado como hombre de toda su confianza. Al parecer usaba arsénico mezclado con otras sustancias.

El envenenamiento duró ocho meses, al cabo de los cuales Antoine Dreux d’Aubray murió en París el 10 de septiembre de 1666 a los 66 años. La autopsia mostró según los médicos que la muerte fue por "causas naturales". Sin embargo corrió el rumor de que había sido envenenado. Le sucedió en el cargo de Teniente Civil de París, su hijo mayor del mismo nombre Antoine Dreux d’Aubray, conde de Offémont, Consejero del Parlamento e Intendente de Orleans.

Una vez que se libró de su padre que era el crítico de su conducta licenciosa, Marie Madeleine ya no tuvo freno a sus pasiones y tuvo varios amantes a la vez, entre ellos un primo suyo de quien tuvo un hijo además de los que tenía de su marido y dos que tuvo de su amante Sainte Croix. Luego se enamoró del preceptor de sus hijos, un joven llamado Briancourt, bachiller en teología. Sus devaneos no le impedían sentir celos de su primer amante Sainte Croix que andaba con otras mujeres y de su propio marido que tampoco perdía el tiempo, especialmente con una joven la Srta. Dufay a quien la Brinvilliers pensó apuñalar.
EJECUCION,,, DE LA MARQUESA DE BRINVILLIERS  EL 17 DE JULIO DE 1676

Mientras tanto, de la herencia paterna, le correspondió una parte que pronto dilapidó. A sus hermanos les había quedado sin embargo la mayor parte de la herencia. No vaciló en enviar a dos sujetos que le recomendó su amante para que asesinaran a su hermano mayor cuando viajaba en coche a Orleans, pero fracasaron en su intento. Como le urgía el dinero, se decidió a ensayar de nuevo el veneno. Para ello en 1669, consiguió hacer entrar como lacayo a un sujeto llamado La Chaussée, en casa de su hermano Antoine que vivía con el segundo hermano que era Consejero de la Corte. El lacayo usó una dosis tan fuerte de veneno que el Teniente Civil se dio cuenta increpándole. Pero La Chaussée hábilmente se excusó diciendo que serían restos de una medicina que tomaba y rápidamente tiró el líquido al fuego

Hubo un segundo intento el 6 de abril de 1670, por medio de un pastel del que comieron algunos de la familia sintiéndose enfermos. Antoine fue quien más sufrió. La Chaussée le atendía solícito y en cada bebida que tomaba le ponía más veneno. Los sufrimientos de Antoine eran cada vez mayores.

La Brinvilliers mientras tanto confesó al preceptor de sus hijos y amante de turno, Briancourt, que estaba tratando de envenenar a su hermano. El martirio de Antoine duró tres meses, vomitando continuamente, adelgazando, secándose poco a poco y muriendo por fin el 17 de junio de 1670. El otro hermano murió tres meses después y en la autopsia realizada por los cirujanos Duvaux y Duprès y el boticario Gavart, se pudo comprobar que había sido envenenado. No sólo no pareció nadie sospechar de La Chaussée, sino que su difunto amo le dejó en su testamento "100 escudos por sus leales servicios". Esta increíble Madame de Brinvilliers como se sabría más tarde, intentó envenenar a su propia hija mayor porque "le parecía tonta", aunque luego se arrepintió y le dio leche como contraveneno. Pero sus cómplices le exigían cada vez más dinero, teniendo que someterse a sus chantages. Sainte Croix tenía guardados en una arqueta unos frascos de veneno y 34 cartas de Marie Madeleine que la comprometían en los crímenes de sus familiares. Ella, al ver que su amante retenía las cartas comprometedoras, pensó en suicidarse usando sus mismos venenos. Pero fue el propio Sainte Croix quien administró a Marie Madeleine un veneno de lo que ésta se dio cuenta enseguida que se sintió mal tomando gran cantidad de leche para neutralizarlo lo que la salvó, aunque quedó sufriendo durante varios meses, recuperándose después.

Como se envanecía de sus hazañas que no podía callar, una vez dijo a uno de sus criados que "tenía en una botella que le mostró, algo con qué vengarse de sus enemigos y que en aquella botella había bastantes sucesiones". Cuando fue sometida a proceso por sus crímenes aquella palabra se haría famosa y al veneno se le llamaría "polvos de sucesión"...


EXTRAIDO DE LA MUJER Y EL CRIMEN REPORTE DE,,,
Museo de Antropología Médico-Forense Paleopatología y Criminalística

CARTA ASTRAL CON LOS TRANSITOS DEL DIA DE  SU MUERTE,,,,
,,,sucinto acercamiento a esta compleja y desequilibrada personalidad ,,,

cuenta con la conjuncion Saturno Neptuno en casa VIII ,casa de la muerte,,, el dinero de los demas,,, sexualidad,,,,,,en cuadrato con el Sol cuando Saturno desde casa VIII que es el que obstruye,,, se cuadra al Sol  dador de vida puede ser indicativo de vida corta,,,, como asi fue,,, muriendo de muerte violenta,,,  luego los planetas violentos Marte conjuncion  Hurano en casa VII, de las uniones legales,,, y tambien de los enemigos declarados,,, y conjuntan ambos al Vertex,,, indictivo que sus enemigos serian legion que irian con todo el peso contr ella  esta configuracion ,,,Marte Urano,,, es altamente violenta,,, dandose en el inteligente planificador, signo de Virgo,,, va contra Jupiter en casa I (del YO,,,la forma como se manifiesta la personalid,,,Jupiter planeta benefico,,,se ubica en Piscis supropio domicilio,,,forman un aspecto totalmente negativo,,, formando lo que se llama T cuadrada,,, en signos comunes Piscis,,, Sagitario,, Virgo y Geminis,,,,que afectara    casa I  (YO,,, cuerpo fisico,,,) casa IV,,( condiciones del fin de la vida,,hogar, ancestros psiquicos)  casa X,,( logros en la vida,,,) y casa VII (conyuje,,, enemigos abiertos , declarados,,, y en estas areas se desarrollara una parte primordial de su nefasta vida,,, O sea que planetas altamente violentos se juntan actuando en su comportamiento,,, en sus crimenes y ademas tenia un pensamiento de grandezas de poder,,, que la acerco a la muerte,,,Al ser Neptuno  uno de los regentes del Ascendente,,,ubicdo en vasa VIII casa de la muerte,,, indicaria la muerte por culpa de si misma  ,,, y al estar el otro regente del ascendente Urano ubicado en casa VII de los enemigos declarados y enviando oposicion a su propio domicilio, seria indicativo de muerte por sus enemigos declarados,,, como asi fue,,, murio por culpa de ella misma y los enemigos declarados ejecutaron la sentencia,,,Saturno el antiguo regente de Acuario esta tambien en casa VIII de la muerte,,, O SEA MUERTE POR CAUSA DE ELLA MISMA

domingo, 26 de mayo de 2013

LEYENDA  DE ERZEBET BATHORY  la condesa sangrienta

La condesa nació en Transilvania, el 7 de agosto de 1560 y murió el 21 de agosto de 1614. Recibió una educación esmerada y rica, si se la compara con la de la mayoría de las mujeres de la época. Culta y refinada, Erzébet hablaba y escribía con fluidez el húngaro, el alemán y el latín, a despecho de la mayoría de los nobles húngaros de su tiempo, que apenas podían estampar su firma en un documento y contar hasta cien. De hecho de esta misma familia también fueron Esteban y Sigmund Bathory que ocuparon los tronos de Polonia y Transilvania, respectivamente, además de varios dignatarios de la Iglesia y ministros de Hungría. Esteban  Bathory sucedió a Enrique de Valois y a Segismundo II Augusto.

Popularmente se cree que mataba a sus jóvenes doncellas para bañarse en su sangre porque creía que así se mantendría joven y bella. Se dice que llegó a asesinar a 650 personas para este propósito. Actualmente y después de las investigaciones llevadas a cabo no se sabe a ciencia cierta si esto es verdad o no, aunque sí se puede asegurar que cometió una gran cantidad de crímenes de extrema crueldad.

A los 15 años, como estaba previsto, la casaron con Ferenc Nadasdy, el hijo de otra familia húngara de la aristocracia.. El día de su boda, Erzsébet esperaba de pie en el castillo. Tal como otras damas húngaras, no acostumbraba maquillarse, de allí también‚ esa palidez que se destacaba bajo sus oscuros cabellos. A pesar del atropello, se veía en sus ojos esa inmensa mirada lejana que parecía venir del fondo del orgullo. Con intención de buen augurio mas con significado de mandatos, le habían cosido talismanes a su vestido de novia. Eran para ser amada, para ser fecunda y para gustar, para gustar siempre. Aunque sólo tuviera 15 años, Ferencz no pudo domarla, como hacía con sus potros. Ella era como demonio, un demonio vestido de blanco. Se fue a vivir con la familia de Ferenc, al sombrío castillo de Csejthe.

La  familia del esposo no gozaba de los mismos privilegios ni era propietaria de tanta riqueza como la de la joven quien, habituada a la independencia de la que gozaba, decidió conservar su nombre de soltera aún después de casada, y fue su esposo quien sumó el apellido Bathory al suyo propio.A pesar que ella no quería tener descendencia, pero las circunstancias la forzaron a ser madre. Tuvo cuatro hijos, tres chicas y un varón, a los que pronto apartó de sí, al igual que habían hecho con ella. A sus tres hijas las envió a las familias de las que habrían de formar parte al casarse, con apenas 10 años.Se especula si tuvo dos amantes, pero lo que sí se sabe es que la atraían las mujeres. Parece que algo intentó con esos dos hombres, seguramente introducirlos en orgías con chicas del servicio en las que ya empezaba a haber golpes y sangre. Ellos se asustaron, desapareciendo sin dejar rastro. Otra tesis es que los hizo asesinar, algo más que probable.
castillo de Csejthe.
 TORTURAS
 Ferenc Nadasdy  que poco después seria conocido como "El caballero negro", por sus destacadas proezas como general en el campo de batalla, era tan cruel como su mujer. Estuvo la mayor parte de su matrimonio luchando contra los turcos y cuando volvía a casa disfrutaba torturando a los prisioneros. De hecho, enseñó varias técnicas de tortura a Elizabeth. Una de las técnicas preferidas de tortura de Elizabeth era introducir finas agujas debajo de las uñas de sus sirvientas, o simplemente clavarlas en su piel. También se decía que daba llaves o monedas al rojo vivo para quemar las manos de las doncellas, o que las tiraba a la nieve para después echarles agua fría hasta verlas morir congeladas. Se cuenta que Ferenc enseño a Elizabeth como mantener la disciplina de sus doncellas. Sacaban a las chicas desnudas al exterior y recubrían sus cuerpos con miel. La dejaban un día entero fuera, de manera que era picada por los mosquitos, la abejas y todo tipo de insectos. Criada como fue, con severidad y disciplina, la joven condesa administró su castillo con una mano de hierro, y se habituó a castigar brutalmente y golpear a las sirvientas y otros miembros de la servidumbre. El uso de un pesado mazo para propinar los golpes, constituía el más leve de los castigos, porque cuando realmente se enfadaba, la desdichada que a su juicio merecía ser reprendida, tenía que pasar por verdaderas torturas como era que la pinchara con agujas debajo de las uñas o –peor aún–, ser arrastrada por la nieve sobre la que quedaba desvanecida, no sin antes recibir una buena rociada de agua, para luego ser abandonada en el gélido suelo para morir congelada.Una vez prendió fuego al vello púbico de una de sus criadas. También le gustaba mucho que sus doncellas se desnudaran para ella.
Este tipo de castigos no sólo se hizo común en la propiedad de los Bathory sino que se agravó y cada vez se tornó más sofisticado, al punto que la condesa instaló una verdadera cámara de tormentos en el castillo, en la cual se torturaba a los desdichados que caían en desgracia ya sea por mano de ella o, como espectadora, sentada en su trono, observando cómo los tormentos eran administrados por sus sirvientas más cercanas.La condesa Báthory disponía de otros 15 castillos, aparte de Cjesthé, para cometer atrocidades, y de hecho en varios de ellos asesinó a decenas de chicas, pero principalmente fue en esa ciudad, situada no lejos del río Vág, donde desarrolló su infernal mecánica de destrucción y muerte. Es sorprendente que eligiera un lugar no excesivamente alejado de las cortes de Presburgo (la actual Bratislava, en Eslovaquia), como tampoco de Viena, Praga o Budapest. En Cjesthé disponía de todo un sistema de calabozos y lavaderos que acondicionó con esmero para la tortura y el crimen. Además, en su ceguera se creía inmune a todo, incluido el brazo de cualesquiera justicia existiese en el mundo, tanto la humana como la divina. Ella se sabía de otra estirpe, y nada podían hacerle.



Esto se prolongó por espacio de diez años, durante los cuales sus criados recorrieron la región a la caza de jóvenes vírgenes, cuando no era ella misma la que las atraía al castillo con el señuelo de ser empleadas como sirvientas. Allí, las aldeanas eran encerradas en las mazmorras del castillo, a la espera de ser degolladas para que su sangre llenara la bañera de la cruel condesa.

De hecho Elizabeth era muy propensa a ataques de epilepsia, y entre los de su estirpe habían numerosos antecedentes de prácticas de magia negra y satanismo; además, su hermano Stephen y su tía, ambos de marcada tendencia homosexual, fueron conocidos libertinos en su época, y, por si fuera poco, cabe citar el caso de su antepasada Clara Báthory, que, al decir de los cronistas, aparte de practicar todo tipo de enfermizas aberraciones sexuales envenenó a su marido.

El poder económico y las influencias de su apellido le permitió seguir con sus abusos y asesinatos durante varios años, especialmente después de la muerte de su marido y de su amiga Darvulia que, a la sazón, parece haber sido amante de Erzébet y activa participante en las sesiones de tortura, al punto de haber enseñado a su amada nuevas y refinadas técnicas para administrar dolor.
Asimismo, era quien cuidaba de los detalles. Como por ejemplo que las víctimas fueran siempre sirvientas o campesinas, que por aquellos tiempos podían ser maltratados a gusto por los nobles, casi como un objeto al que se podía destruir por puro capricho. Cuando Darvulia murió, la condesa terminó de perder toda cautela, por lo que comenzó a secuestrar y llevar a tormento a muchas jóvenes sin importarle su edad ni condición social, al punto que algunas de las desdichadas que cayeron en sus manos pertenecían también a la nobleza.
Aquella fue la gota que rebalsó el vaso. Ya no era posible fingir que no se conocían las perversas actividades de la condesa. Sus crímenes, sumados a razones políticas y a cuestiones de estado, provocaron que fuera detenida y llevada a juicio en 1611 y con ella sus sirvientas de más confianza y cómplices de sus crímenes­, que fueron juzgadas y encontradas culpables.
Dos de las criadas fueron torturadas hasta que confesaron todo lo que hicieron bajo las órdenes de su señora y luego quemadas en la hoguera. Una tercera, condenada a muerte, fue decapitada

  A la sazón la condesa pudo salvarse de la pena de muerte pero no salió indemne del proceso, pues como expiación de sus crímenes fue condenada a prisión perpetua y a ser emparedada en el castillo de Esei, con tan sólo una diminuta rendija por la que le daban comida y agua. Murió a los cincuenta y cuatro años, dentro de la cámara que llevaba siendo su tumba desde hacía casi un lustro.

Las andanzas y crímenes de la Condesa Sangrienta mezclan historia y leyenda, aún en su propia época. Al punto que, pese a no haber testigos, se cuenta que Erzébet solía tomar baños de sangre de las jóvenes que primero torturaba y luego asesinaba con el fin de mantenerse joven o que solía morder, desgarrar y comer la carne de las jóvenes que permanecían inmovilizadas por sus sirvientas de confianza.
Pero aunque se trate de exageraciones, la inusual ferocidad de los actos de la perversa condesa, así como las atrocidades que se le atribuyen, alentó la imaginación de muchos escritores y artistas que se ocuparon de su decadente y licenciosa vida, sirviendo de inspiración a poetas como Andrei Codrescu.
Se comenta que Bram Stoker, cuando imaginó a su personaje el conde Drácula, se inspiró en la condesa Bathory a quien transformó en hombre, y lo ubicó en Transilvania en vez de Rumania.
Dennis Bathory-Kitsz, músico y compositor de ópera, es uno de los últimos descendientes de la estirpe de la condesa, y hasta donde sabemos está abocado a la tarea de escribir una obra que trata de la vida y obra de su oprobiosa antepasado.
testamento redactado y firmado por ella


Los documentos existentes demuestran la unión entre la familia Bathory y la de Vlad Tepes, "Dracula". De hecho un miembro de la familia Bathory, Stephen Bathory, estuvo a cargo fue quien dirigió la misión que devolvió a "Dracula" el trono en 1476. Además los antepasados húngaros de Dracula estaban relacionados con el clan Bathory.
SU VIDA MARCADA CLARAMENTE EN SU CARTA ASTRAL

fuente,,,http://www.cecilgoitia.com.ar/la_condesa_sangrienta.htm


miércoles, 8 de mayo de 2013

LEYENDA DE LUCREZIA BORGIA


Lucrecia Borgia
(Lucrecia Borja o Borgia; Subiaco, 1480 - Ferrara, 1519) Noble y mecenas italiana a la que tradiciones poco fundamentadas atribuyen toda clase de crímenes y vicios, hasta el punto de haber sido erigida en prototipo de maldad. Último miembro influyente de la poderosa y corrupta estirpe de los Borgia, en su corte de Ferrara favoreció el mecenazgo de escritores y artistas y acogió a sus familiares tras la caída de su padre. Mujer extraordinariamente hermosa (su belleza angelical fue inmortalizada por Pinturicchio), Lucrecia Borgia creció en aquellas exquisitas y también depravadas cortes donde era común servir pócimas envenenadas a los invitados con elegante ademán y también sonrisa obsequiosa.
Su familia procedía de Borja, una región española situada en los confines orientales de la sierra del Moncayo, en la actual provincia de Zaragoza, aunque en el siglo XIII se estableció en Valencia. Uno de sus antepasados, el obispo Alonso de Borja (1378-1458), pasó de Játiva a Roma y se convirtió en papa con el nombre de Calixto III, practicando desde entonces un descarado nepotismo que tuvo su principal beneficiario en su sobrino Rodrigo, padre de Lucrecia. Rodrigo, tras sortear la animadversión desatada por los romanos contra los Borja tras la muerte de su tío, se valió de su fortuna para hacerse 1492 con el papado, convirtiéndose en el papa Alejandro VI.

La familia se escindió en dos ramas cuando el mayor de los hijos de Rodrigo de Borja, Pedro Luis (1458-1488), compró el ducado de Gandía a Fernando el Católico y casó con una prima de éste, María Enríquez. Pronto ducado y esposa serían heredados por su hermano menor, Juan, mandado asesinar en 1497 por otro de sus terribles y envidiosos hermanos, César Borja, aunque los duques de Gandía permanecerían desde entonces ajenos a los asuntos de Italia, dando origen a una casta jalonada de personalidades notables entre las que destacan San Francisco de Borja, nieto de Juan, y el virrey del Perú Francisco de Borja y Aragón (1577-1658).
Mientras tanto, entre la fecha en que Alejandro VI fue promovido a la dignidad pontificia y la de su muerte, que le acaeció en 1503, los Borja, que habían italianizado su apellido convirtiéndose en los Borgia, se fortalecieron en el poder hasta el extremo de que, por un momento, pareció que se podían adueñar de toda Italia, suscitando con su actitud la unánime inquina de las familias patricias de Roma.
Además de Pedro Luis y Juan, Alejandro VI fue el progenitor de César, nacido en Roma en 1475, y de Lucrecia, cinco años más joven que éste, todos ellos nacidos de su amante Vanozza Catanei. El escudo de su familia llevaba un toro de oro sobre terraza recortada de sinople con bordura de gules cargada de ocho llamas también de oro. A pesar de la acomodación de su apellido a la lengua del país de adopción, padre e hijos mantenían en su correspondencia privada el catalán, dando con ello origen a una estrafalaria leyenda sobre el lenguaje cifrado utilizado por los Borgia, naturalmente alimentada por sus capciosos enemigos.
Veraz es sin embargo el recurso frecuente que se les atribuye a un veneno secreto, probablemente arsénico, con el que despachaban expeditivamente a sus contrincantes políticos, pero esta apelación a los bebedizos ponzoñosos era relativamente habitual en aquella turbulenta y poco escrupulosa época, y no patrimonio exclusivo de los Borgia, como se ha pretendido maliciosamente. Baste recordar que Alfonso el Grande recibió una advertencia de sus galenos para que no leyera el libro de Tito Livio que Cosme de Médicis le había regalado, porque las páginas estaban impregnadas de un polvillo tan invisible como letal; que la silla de mano del papa Pío II apareció untada de un extraño veneno, y que toda Italia estaba intrigada por la composición del tósigo líquido con que fue asesinado el gran pintor Rosso Fiorentino.
Alejandro VI, cuya actividad diplomática más relevante fue sin duda la célebre bula Inter caetera(1493), que repartía las tierras del Nuevo Mundo entre España y Portugal, casó a los trece años a su hija Lucrecia con Giovanni Sforza, pero cuatro años más tarde logró deshacer el compromiso alegando impotencia del marido. En realidad, su propósito era unirla, como así haría en agosto de 1498, con su segundo cónyuge, Alfonso, príncipe de Bisceglie, bastardo de la familia real de Nápoles, con quien tuvo un hijo, llamado Rodrigo, en noviembre del año siguiente.



Lucrecia Borgia (supuesto retrato en
La disputa de Santa Catalina, de Pinturicchio)
Por aquel entonces César Borgia, que, como era de esperar, había tenido una fulgurante carrera eclesiástica, siendo nombrado obispo de Pamplona a los dieciséis años (1491) y arzobispo de Valencia y cardenal a los veinte, abandonó su condición sacerdotal y se casó con Catalina de Albret, hermana del rey de Navarra. En su cuerpo comenzaban a advertirse los estragos de la sífilis, pero ello no le impidió aliarse con el rey Luis XII de Francia y, tras recibir el título de duque de Valentinois, acompañarle en su conquista del Reino de Nápoles en 1501. Como prueba de buena voluntad, previamente había hecho estrangular en las gradas mismas de las escaleras de San Pedro al esposo de su hermana, Alfonso de Aragón, en agosto de 1500. Se cuenta que la víctima venía de asistir a un espectáculo muy poco edificante protagonizado por cinco meretrices.
Éstas habían sido detenidas, acusadas de diversos crímenes y condenadas a la horca, pero se les ofreció la gracia de que se les conmutaría la pena si se prestaban a actuar como estatuas de la Voluptuosidad en la arena durante una corrida de toros. Ante la alternativa de una muerte segura, naturalmente aceptaron y aparecieron en la plaza desnudas sobre un pedestal y cubiertas por un barniz dorado. Los astados mataron a dos de ellas, que se movieron presas de pánico, antes de que los señores acribillasen con sus flechas a la bestia, pero las otras tres, que salieron ilesas de aquella fiesta atroz y fueron paseadas triunfalmente en el mismo carro que transportaba a los toros muertos, no corrieron mejor suerte, porque a pesar de los esfuerzos que hicieron por la noche para desprenderse del indeleble barniz que las cubría, fallecieron en medio de espantosas agonías.
Fue entre esta fecha y la de su posterior y postrero matrimonio, en diciembre de 1501, con Alfonso de Este, primogénito del duque de Ferrara, cuando la vida disoluta de la Lucrecia veinteañera dio pábulo a la leyenda negra que se cierne sobre ella. Durante este período de alegre viudez se entregó a todos los excesos y orgías en el escenario corrompido del Vaticano, dando a luz un hijo fruto de amores incestuosos con su propio padre y llegando incluso a desempeñar por tres veces la máxima dignidad en los asuntos de la Iglesia.
El eximio poeta vanguardista y desaforado pornógrafo francés Guillaume de Apollinaire noveló aquellos festines, desmesuras, obscenidades y escándalos en una obra maldita y poco conocida que se tituló La Roma de los Borgia, publicada en 1913 y raramente reeditada. Aunque el relato se centra sobre todo en las perfidias maquiavélicas de César Borgia, ofrece asimismo numerosos pasajes en los que describe las perversiones de su deslumbrante hermana. La novela atribuye, por ejemplo, los amores entre Lucrecia y Alejandro VI a una mala jugada de César. Fue en el curso de una de esas locas y licenciosas fiestas a las que se entregaban con gran pasión los romanos de la época. Estaban en ella presentes, junto a una multitud selecta de cortesanos, además del papa, sus dos extraordinarios hijos y la que, por entonces, era su amante preferida, Julia Farnesio.
Después del banquete, amenizado con música de laúd, arpa, rabel y violón, y bien surtido de exquisitos vinos de Capri, Sicilia y moscatel de Asti, los regalados cuerpos sintieron llegada la hora voluptuosa. César Borgia, que actuaba siempre de maestro de ceremonias, organizó entonces el juego de las candelas, un divertimento consistente en que, mientras se apagaban las luces, los convidados se entrelazaban libremente y se besaban a su sabor. Las bocas de las mujeres eran copas donde los hombres bebían vinos generosos, al tiempo que las aliviaban de sus rasos y terciopelos y soltaban sus cabellos para que cayeran libremente sobre los senos desnudos.
El juego, en el que estaba prohibido hablar y que servía de pretexto para desatar los apetitos febriles en una apoteosis orgiástica, consistía en mantener en la boca una candela ardiendo mientras todo el mundo hacía esfuerzos para apagarla, y era obligatorio caminar a cuatro patas. Por lo común las cortesanas reemplazaban enseguida las bujías por confituras que los hombres trataban de atrapar en la misma boca y nunca se tardaba demasiado en que la oscuridad se hiciera completa. Alejandro VI buscaba a su amante, a la que apenas podía reconocer por su collar, pero en el remolino de cuerpos César había quitado esa joya a Julia Farnesio y la había puesto al cuello de Lucrecia. Alejandro VI creyó tener así entre sus brazos a su amante cuando en realidad poseía a su adorable hija. La lasitud sobrevino tras los jadeos, y una luz tenue reveló la figura yaciente y encantadora de Lucrecia que dormía con placidez. Lejos de arrepentirse de aquella indeliberada monstruosidad, tras sobreponerse de la sorpresa inicial, el papa acarició los bucles sedosos de su linda niña.

Detalle de un supuesto retrato de Lucrecia
Borgia atribuido a Dosso Dossi (c.1518)
En otra ocasión, cuenta también Apollinaire, un tal Eliseo Pignatelli ofendió de palabra a Lucrecia, siendo sus invectivas acogidas con agrado y sonrisas por los presentes. Indignada por esta afrenta pública, la hija del papa concibió una horrible venganza, y para ello se aprovechó de una de las fiestas habituales que ofrecía en el lujoso palacio de Santa María, en Roma, adonde acudían las damas más nobles y las más hermosas cortesanas.
Durante los espectáculos que se representaban en el jardín, sus invitadas se acompañaban de delicados pajes de labios pintados de rojo y perfumados con algalia, almizcle y ámbar, cuya misión consistía en ofrecer a las mujeres, sentadas sobre los tapices que las protegían del fresco contacto con la hierba, trozos de torta, mazapanes y refrescos en bandejas de plata. Pero entre todos destacaba uno, admirable por su moldeado torso desnudo y sus blancos brazos de Narciso, que la anfitriona confió deferente a la encantadora cortesana Alessandra.
La representación comenzó con la lectura de poemas de amor mientras el jardín iba siendo invadido por una completa oscuridad, a la que siguió una comedia con escenas mitológicas, amenizada por grotescas máscaras, disputas de locos y jorobados que se propinaban golpes con vejigas de cerdo. Pero antes de que la farsa concluyera las embriagadas damas habían hallado mejor distracción en los cuerpos flexibles y serviciales de los mancebos, quienes desarreglaban entre risas las sedas y encajes y dejaban la huella bermeja de sus labios en los rostros complacientes de sus frenéticas compañeras. Estando muy avanzada la velada y los cuerpos molidos y saciados, se convino en repetir aquellas orgías, y las alegres mujeres se despidieron envidiando sobre todo a la agraciada Alessandra. Pero la más feliz aquella noche era sin duda Lucrecia, sabedora de que la satisfecha Alessandra, amante del ahora cornudo Eliseo Pignatelli, no tardaría en contagiar a su detractor la ponzoñosa sífilis que su joven paje le había transmitido.
Sea o no cierta esta cruel travesura y las anteriores circunstancias que rodearon el incesto que los historiadores parecen haber confirmado, la depravada Roma, que asistía impasible a que el Vaticano se hubiera convertido en un lupanar y a que en su seno proliferaran los crímenes sin tasa, difícilmente podía condenar la inmoralidad de Lucrecia Borgia, víctima de un tejido perenne de conspiraciones y de una época en que la vida humana apenas poseía ningún valor.
Lo cierto es que Lucrecia celebró después su tercer matrimonio con el heredero del ducado de Ferrara y que, cuando se trasladó a su nuevo hogar, en febrero de 1502, apenas contaba veintidós años. Al año siguiente moría su padre y el ilusorio poder omnímodo de los Borgia se desmoronaba a manos de otras familias igualmente desalmadas y expeditivas. Algunos de los bastardos de César Borgia se refugiaron en la corte de su tía, en Ferrara, mientras que Jofre, uno de los hermanos menores de Lucrecia, se retiró a Nápoles, donde ostentó el título de príncipe de Squillace.



Lucrecia Borgia (supuesto retrato en
La disputa de Santa Catalina, de Pinturicchio)




lunes, 6 de mayo de 2013

LEYENDA de ISADORA DUNCAN
Isadora Duncan
(San Francisco, 1878 - Niza, 1927) Bailarina norteamericana. Hija de un matrimonio desunido y finalmente divorciado, su instinto la inclinó hacia el baile desde niña. En su autobiografía, titulada Mi vida, escribió: "Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas..." A los diez años abandonó la escuela para dedicarse a su pasión y a los diecisiete se dirigió a Nueva York, donde se incorporó a la compañía de Agustin Daly.
Al actor y empresario no acabaron de convencerlo los experimentos e innovaciones que Isadora le proponía continuamente, deseosa de llevar a la práctica un nuevo método de interpretar plásticamente poemas por medio de la improvisación, que había concebido ya por aquel entonces. Sintiéndose infeliz, la Duncan abandonó la compañía dos años más tarde y partió con su familia hacia Inglaterra, donde se proponía estudiar los movimientos de la danza antigua en los jarrones griegos del Museo Británico. Fue una época de formación, de lecturas entusiastas y de ensayo de nuevas danzas; en busca, sobre todo, de nuevos cauces para la expresión coreográfica y de sendas alternativas para profundizar cada día más en su arte.
Los éxitos comenzaron a llegar de forma inmediata. Con un estilo basado en la danza de la Antigua Grecia, dio una serie de recitales en Londres que despertaron el entusiasmo hacia su persona. La prensa declaraba: "En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita Duncan es como un soplo de aire puro procedente de la parte más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, bello y verdadero como el cielo azul, natural y genuino. Es una imagen de belleza, alegría y abandono, tal como debió ser cuando el mundo era joven y hombres y mujeres bailaban al sol movidos por la simple felicidad de existir."
Efectivamente, Isadora Duncan afirmaba que el baile debía ser una prolongación de los movimientos naturales del cuerpo, que ella consideraba hermosos y bastante más bellos que los que efectuaban los bailarines clásicos, a los que tildaba de forzados y antinaturales; por ello, se negaba a constreñir los pies en las zapatillas de baile. Sentía una admiración estética por la belleza del cuerpo humano, influida por los cánones de las estatuas y pinturas de la Grecia clásica. Su método coreográfico era una especie de filosofía basada en el convencimiento de que el baile ponía al individuo en comunicación armónica con el ritmo intrínseco de la naturaleza y los cuerpos celestes.



Isadora Duncan
(San Francisco, 1878 - Niza, 1927) Bailarina norteamericana. Hija de un matrimonio desunido y finalmente divorciado, su instinto la inclinó hacia el baile desde niña. En su autobiografía, titulada Mi vida, escribió: "Nací a la orilla del mar. Mi primera idea del movimiento y de la danza me ha venido seguramente del ritmo de las olas..." A los diez años abandonó la escuela para dedicarse a su pasión y a los diecisiete se dirigió a Nueva York, donde se incorporó a la compañía de Agustin Daly.

Isadora Duncan
Al actor y empresario no acabaron de convencerlo los experimentos e innovaciones que Isadora le proponía continuamente, deseosa de llevar a la práctica un nuevo método de interpretar plásticamente poemas por medio de la improvisación, que había concebido ya por aquel entonces. Sintiéndose infeliz, la Duncan abandonó la compañía dos años más tarde y partió con su familia hacia Inglaterra, donde se proponía estudiar los movimientos de la danza antigua en los jarrones griegos del Museo Británico. Fue una época de formación, de lecturas entusiastas y de ensayo de nuevas danzas; en busca, sobre todo, de nuevos cauces para la expresión coreográfica y de sendas alternativas para profundizar cada día más en su arte.
Los éxitos comenzaron a llegar de forma inmediata. Con un estilo basado en la danza de la Antigua Grecia, dio una serie de recitales en Londres que despertaron el entusiasmo hacia su persona. La prensa declaraba: "En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita Duncan es como un soplo de aire puro procedente de la parte más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, bello y verdadero como el cielo azul, natural y genuino. Es una imagen de belleza, alegría y abandono, tal como debió ser cuando el mundo era joven y hombres y mujeres bailaban al sol movidos por la simple felicidad de existir."
Efectivamente, Isadora Duncan afirmaba que el baile debía ser una prolongación de los movimientos naturales del cuerpo, que ella consideraba hermosos y bastante más bellos que los que efectuaban los bailarines clásicos, a los que tildaba de forzados y antinaturales; por ello, se negaba a constreñir los pies en las zapatillas de baile. Sentía una admiración estética por la belleza del cuerpo humano, influida por los cánones de las estatuas y pinturas de la Grecia clásica. Su método coreográfico era una especie de filosofía basada en el convencimiento de que el baile ponía al individuo en comunicación armónica con el ritmo intrínseco de la naturaleza y los cuerpos celestes.
A partir de ese momento, Isadora no dejó de viajar, reclamada por los mejores teatros de Europa. En París se imbuyó del espíritu de Rodin y de Bourdelle. Más tarde descubrió Italia y el Renacimiento, y se embelesó con el leve y sutil Botticelli, cuya influencia en su arte es palmaria a partir de aquellos años. Por fin, en 1902, realizó uno de sus sueños: viajar a Grecia y peregrinar a las fuentes del arte de Occidente. Cerca de Atenas, en la colina de Kopanos, comenzó a construir un templo consagrado a la danza, pero los ingresos percibidos por sus giras se revelaron insuficientes para cubrir los gastos y la empresa hubo de abandonarse.
Con motivo de su primer viaje a San Petersburgo, en 1905, la ya entonces famosa Isadora fue invitada por la no menos célebre bailarina rusa Anna Pavlova a visitar su estudio. Allí tuvo el privilegio de contemplar a la gran diva realizando sus ejercicios. La propia Isadora lo relata en sus memorias: "Encontré a Pavlova de pie con su vestido de tul practicando en la barra, sometiéndose a la gimnasia más rigurosa, mientras que un viejo caballero con un violín marcaba el tiempo y la exhortaba a realizar mayores esfuerzos; era el legendario maestro Petipa. Me senté y durante tres horas observé tensa y perpleja los sorprendentes ejercicios de Pavlova, que parecía ser de acero elástico. Su hermoso rostro adoptó las líneas severas del mártir. No paró ni un solo instante. Todo su entrenamiento parecía estar destinado a separar por completo la mente de los movimientos gimnásticos del cuerpo. La mente debía alejarse de esa rigurosa disciplina muscular. Esto era justamente todo lo contrario de las teorías sobre las que yo había fundado mi escuela un año antes. Lo que yo pretendía es que mente y espíritu fuesen los motores del cuerpo y lo elevasen sin esfuerzo aparente hacia la luz."

No debe sorprender este completo desacuerdo con las más antiguas normas del ballet por parte de quien concebía la danza como un sacerdocio, como una forma sublime de emoción espiritual y como una liturgia en la que alma y cuerpo debían ser arrastrados por la música para transformarse en puro arte.
Para Isadora, era el amor a la naturaleza y a la vida lo que había de transmitirse a través del movimiento, siguiendo el ejemplo de las nubes, el mar o las copas de los árboles mecidas por el viento. Enemiga del ballet, al que consideraba un género falso y absurdo, manifestó que la danza debe establecer una armonía calurosa entre los seres y la vida y no ser tan sólo una diversión agradable y frívola. Danzaba descalza, con una simple túnica griega de seda transparente sobre su cuerpo desnudo, como una sacerdotisa pagana transportada por el ritmo. Hoy es considerada la iniciadora de la modern dancenorteamericana y su figura es evocada con fervor en todos los escenarios del mundo.
Durante esos años, las más importantes ciudades europeas pudieron extasiarse ante la nueva estrella, a la que llamaron "la ninfa". En todos lados tuvo amigos pintores, poetas e intelectuales y estuvo rodeada de admiradores que deseaban conocerla. Apasionada, bellísima y maravillosa, ejercía un poder de seducción irresistible entre cuantos la rodeaban. Se comenzó a asociar muchos nombres masculinos con el de Isadora, y pronto nacería la leyenda de un maleficio que parecía emanar de su persona y abatirse sobre todos los seres a los que entregaba su amor, un maleficio que acabaría de forma terrible con su propia vida.
La primera "víctima" fue el polaco Iván Miroski, consumido por unas fiebres malignas poco después de separarse de Isadora. Luego, extraños percances y desapariciones salpicaron sus relaciones con sus amantes, fuesen ocasionales o duraderos. En 1913, la oscura influencia se cebó en sus propios hijos, Deirdre y Patrick, cuando Isadora estaba triunfando en París.

Un día, agobiada por los ensayos, confió los niños a la institutriz para que los llevara en automóvil a Versalles. Ella misma relata que quizás tuvo un presagio del drama: "Al dejarlos en el coche, mi Deirdre colocó los labios contra los cristales de la ventanilla; yo me incliné y besé el vidrio en el sitio mismo donde ella tenía puesta la boca. Entonces, el frío del cristal me produjo una rara impresión e hizo que me recorriese un estremecimiento". Minutos después, el auto bordeaba el Sena y, al girar para cruzar uno de sus puentes, los frenos no respondieron a la voluntad del chófer.
El coche se precipitó en las oscuras aguas y los dos niños perecieron ahogados. Isadora declaró: "Si esta desgracia hubiera ocurrido antes, yo hubiese podido vencerla; si más tarde, no habría sido tan terrible, pero en aquel momento, en plena madurez de mi vida, me aniquiló". En efecto, la bailarina anuló todos sus compromisos y decidió interrumpir su carrera, dedicándose por entero a la enseñanza y tratando de olvidar su desgracia sumergiéndose en un trabajo agotador.
Varias veces pensó en quitarse la vida, pero siempre la disuadió la idea de que otros niños, empezando por los alumnos de la escuela que había creado en 1904, estaban necesitados de ella. Comenzó a participar en campañas benéficas y trató de llevar sus enseñanzas a diferentes países, lo que la condujo hasta Moscú en 1921, después de que el gobierno soviético mostrase su interés por recibirla.
De regreso a Europa, tampoco los empresarios capitalistas parecieron entusiasmarse con sus proyectos. Además, sus opiniones ateas, su actitud favorable hacia la Revolución Rusa y su evidente aceptación del amor libre no eran cualidades que la opinión pública occidental, a la defensiva después de la eclosión comunista, valorase positivamente.
Isadora decidió volver a los escenarios y ofreció una serie de recitales que resultaron un fracaso; el público fidelísimo que hasta la muerte de sus hijos la había llevado en volandas comenzó a fallarle; las salas la recibieron semivacías, silenciosas y heladas. Isadora se refugió en Niza, donde terminó su autobiografía y preparó El arte de la danza, libro en el que pretendía ofrecer una síntesis de sus enseñanzas.
Se encontraba absorbida por esta tarea cuando, el miércoles l4 de septiembre de 1927, decidió tomarse un respiro y dar un paseo en su Bugatti. El dramático accidente tuvo lugar cuando el automóvil recorría veloz la Promenade des Anglais: su largo chal rojo, el mismo que había agitado ante la multitud que la esperaba a su regreso de la Unión Soviética, se enredó en los radios de una de las ruedas posteriores del automóvil; Isadora no pudo liberarse del abrazo homicida y murió estrangulada. Ni siquiera ella hubiera podido imaginar un final más acorde con su existencia extravagante y romántica.




viernes, 3 de mayo de 2013

LEYENDA DE LILITH LA LUNA NEGRA

EL PERSONAJE MITOLÓGICO
No todo el mundo la entiende, no todo el mundo la percibe, no todo el mundo la vive, no todos están dispuestos a aceptarla como parte integrante de sus vidas, pero sí, lo sepamos o no, todos la deseamos. ¿Quién es? Es Lilith, la desposeida, la que controla nuestros deseos más recónditos, aquéllos que no osamos reconocer debido a alguna misteriosa razón.
La mitología
 Cuenta la leyenda que, antes que Eva, Lilith fue la primera compañera de Adán. Ambos mantenían una relación tensa e intensa. Adán deseaba ejercer un papel dominante en la relación, y Lilith rehusaba quedarse en un segundo plano. Ante tal situación, Adán se dirigió a Dios para quejarse de las pretensiones de Lilith y pidió que creara otra mujer para él. Entonces Dios desmaterializó a Lilith y formó a Eva a partir de una costilla de Adán. En otros textos se cuenta que fue ella misma quien protestó y decidió desaparecer y trasladarse a la región del Aire. Desposeida de su cuerpo, desde entonces Lilith pervive en el ámbito psíquico desde donde trama su venganza por el castigo recibido. Por otro lado, Dios, aún habiendo accedido a la petición de aquél, pactó con Lilith que ella mantendría su presencia en la vida de Adán y de Eva en forma de sueño o anhelo a través del cual ambos la recordarían eternamente. De alguna forma Dios y Lilith, aunque cada uno con una intención diferente, se pusieron de acuerdo en vengarse de Adán. Lilith lo hizo por el desprecio que Adán hizo de ella, y Dios, por lo desatinado de la petición, todo y habiéndole concedido el deseo.Lilith está presente en la vida tanto de hombres como de mujeres. En ambos casos ella ocupa un lugar destacado en el inconsciente tanto del hombre (Adán) como de la mujer (Eva).
 Lilith, en el inconsciente de Adán, representa la mujer que él deseó y que aparece en sueños o en situaciones inusuales e imprevisibles desestabilizando la comodidad del poder presuntamente conseguido al lado de Eva. Lilith, en el inconsciente de Eva, representa al propio poder de la mujer que emerge desafiándose a sí misma en forma de anhelos de autorealización que requieren de una revisión en profundidad de su función reproductora y transmisora de ciertos valores que tienen su escenario de perpetración en la vida cotidiana. Eva, la Luna, representa la mujer ancestral, y Lilith, la Luna Negra, la mujer transgresora .En la vida de un hombre, tanto Eva como Lilith representan sendos arquetipos representativos de sus necesidades acerca de lo femenino. El hombre que en su vida busca a Eva emite sus sentimientos desde una vibración protectora y paternalista. En cambio, el hombre que busca a Lilith emite sus sentimientos desde el no apego, desde la libertad y desde la igualdad, sabedor de que esa relación no tiene por qué garantizar la estabilidad personal ni la perdurabilidad del vínculo.
 Eva simboliza lo que podría ser para él la esposa y madre ideal para sus hijos, la mujer cuidadora capaz de posponer sus intereses en favor de la vida en pareja, de la consolidación de la familia o de la preservación de los valores  sociales. La función de Eva es reproducir, proteger y educar. Entretanto, Lilith representa el amor indomesticable, la mujer que no se ata al varón, ni a la familia, ni al sistema. Lilith es la mujer fascinante que decide cómo y con quién quiere estar. Si para un hombre Eva representa el amor familiar, Lilith representa el amor intempestivo, efímero, desafiante, cuya función es destapar apetitos largamente solapados. Lilith pone en solfa la vanidad varonil, hace que el hombre se dé cuenta de sus anhelos animales proponiendo aventuras sexuales que acabarán poniendo en cuestión su sistema de vida. Se puede decir que Lilith es una acechadora de las debilidades masculinas. Su función es la provocación en sí misma, aunque el resultado dependerá más bien de la actitud del hombre.
 Si el hombre desea conocerse más a sí mismo, la presencia de Lilith puede ser verdaderamente inspiradora. En este sentido, el hombre que, asumiendo sus consecuencias, accede a la invitación que le hace Lilith, tiene la oportunidad de engrandecer la percepción del universo femenino tanto en la mujer como en sí mismo. En cambio, para el hombre narcisista ocupado en dar una buena imagen de virilidad controladora y dominante, Lilith es una saboteadora que le hará la vida imposible, castigándolo en la medida en que también ella se sintió castigada. En este caso, ante tal afrenta, la única salida posible es la sinceridad y la transparencia. En la vida de una mujer, Eva (Luna) y Lilith (Luna Negra) representan dos aspectos de supersonalidad. Hay mujeres más Eva, y hay mujeres más Lilith. En cualquier caso ambas coexisten en el psiquismo femenino. Eva es una representación de la mujer adaptada a lo que tradicionalmente se espera de ella. Supedita su desarrollo individual a los intereses delcolectivo, de la pareja, de la familia, etc,.... En lo afectivo, antepone el cariño a la pasión, prefiere vivir el amor a largo plazo que experimentar la intensidad de un momento.
 Encambio, la Lilith que subyace en toda mujer representa el lado más salvaje de su feminidad. No se refiere únicamente a una determinada vivencia de la sexualidad, sino a una capacidad para transferir su fuerza creativa a través de actos discretos, sencillos y elementales. Lilith representa los poderes femeninos que, de tan naturales, parecen paranormales.
 Las capacidades telepáticas, visionarias, inspiradoras..... están relacionadas con Lilith. O mejor dicho, con el eje formado por Lilith y su punto de oposición, Príapo. Como Lilith/Luna Negra señala una zona reprimida o castigada de nuestro psiquismo, para entender en qué consisten esas dádivas y cómo se nutren deberemos acudir a Príapo. Lilith, por otro lado, también representa los impedimentos, no obstante, según cuenta la leyenda, su función consistía en impedir los nacimientos y, por extensión, los inicios de cualquier cosa. Es por eso que se la relaciona con la frustración y el castigo. Aún así, el consiguiente enfado, si es aceptado,puede convertirse en fuerza descomunal orientada a abrir caminos por el sólo deseo de querer transitar por ellos. Es por eso que el binomio formado por Lilith y Príapo constituye un eje psíquico capaz de transformar nuestras congojas en creatividad.
La voz de nuestra animalidad inconsciente
 Lilith nos da pistas acerca de la vertiente destructiva de la madre, en contraposición al aspecto más nutritivo (indicado en astrología por la Luna). Aparece asociada a Lamia y a Hécate, figuras ambas igualmente aniquiladoras y depredadoras, devoradoras de niños e impedidoras, por tanto, de la espontaneidad, de la inocencia y de la prosperidad. Las tres,Lilith, Lamia y Hécate, personifican no solo el potencial aniquilador procedente del abismo del inconsciente, el cual contiene rastros vivos de nuestro aspecto más animal, sino también la clave para aceptar que una parte de nosotros mismos intenta destruir al tiempo que otra parte intenta construir. 


fragmento extraido del libro ''LILITH'' de Jesus Gabriel Gutierrez

jueves, 2 de mayo de 2013



LEYENDA DE LOHENGRIN

Lohengrin o también llamado el Caballero del Cisne, es un héroe de los mitos europeos medievales absorbido por la leyenda artúrica, como hijo de Percival, el caballero del Grial.

Según se narra en un poema épico del siglo XIII, al morir el duque de Brabante, solicitó que su única hija, la bella Elsa, se casara con uno de sus caballeros, el llamado Friederich de Telramund.
Pero Elsa rechaza al caballero. Éste, indignado, se queja ante el Emperador de que la hija del duque ha roto su promesa y además la acusa de haber matado a su padre.
Ante la acusación injusta, Elsa pide ayuda a Dios ya que nadie la defiende. Esta oración hace sonar la campana del Montsalvat, en el reino del Grial. Ante este aviso de peligro un caballero del Grial, Lohengrin va a rescatarla con ayuda de un cisne mágico.

Se produce un combate singular entre Friederich y Lohengrin, en el que el caballero del cisne se proclama vencedor, demostrando así, la inocencia de Elsa. No lo mata, sin embargo, el Emperador, más tarde, condena a muerte al caballero Friederich.

Tras la victoria, Lohengrin se casa con Elsa, convirtiéndose en el nuevo duque de Brabante. Pero había una condición, ella jamás podía preguntale a su amado como se llamaba o de donde provenía. El propio Grial había dispuesto que cuando alguno de sus caballeros salieran del reino, lo habrían de hacer en el más absoluto anonimato, ya que si se descubría su identidad se verían obligados a regresar.


Varios años después y tras haber tenido varios hijos, Elsa no soporta la idea de no saber cual es la identidad de su esposo y decide hacerle la pregunta prohibida. Lohengrin por ello, debe regresar a proteger el Grial, abandonando a su dama y a sus hijos y dejandoles tan solo como herencia su espada, su cuerno y su anillo.