lunes, 5 de marzo de 2012

LEYENDA EL JARDIN DE LAS ESPERIDES




El Jardín de las Hespérides es el huerto de Hera en el oeste, donde un único árbol o bien toda una arboleda daban manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad. Los manzanos fueron plantados de las ramas con fruta que Gea había dado a Hera como regalo de su boda con Zeus. A las hespérides se les encomendó la tarea de cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien cabezas llamado Ladón que nunca dormía, como custodio añadido.

Aunque se suponía que Heracles sólo había de realizar diez trabajos, Euristeo no quiso contar aquellos en los que fue ayudado o pagado, por los que le fueron encomendados dos más. El primero de éstos (el undécimo en total) fue robar las manzanas del jardín de las hespérides. Para ello Heracles capturó primero a Nereo, el dios del mar que cambiaba de forma, para averiguar dónde estaba situado el jardín.



En algunas versiones de la historia, Heracles no sabía adónde viajar y por tanto pidió ayuda, siendo dirigido a Prometeo, a quien liberó de su tortura como pago. Esta variante suele encontrarse más frecuentemente en el lugar del jabalí de Erimanto, puesto que está asociada con la elección de Quirón de renunciar a su inmortalidad poniéndose en el lugar de Prometeo.
Heracles robando las manzanas del Jardín de las Hespérides. Detalle del mosaico de los trabajos de Hércules de Liria (Valencia), en el M.A.N.

En algunas variaciones Heracles conoce al principio o al final de su tarea a Anteo, quien era invencible siempre que estuviese en contacto con su madre, Gea, la Tierra. Heracles mató a Anteo separándole de la tierra, suspendido a un árbol.

Ocasionalmente alguna versión cuenta que Heracles se detuvo en Egipto, donde el rey Busiris decidió hacer de él su sacrificio anual, pero Heracles rompió sus cadenas.

Llegando finalmente al jardín de las hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (en esta historia Atlas podría tomarlas pues sería el padre de las hespérides). Al volver con las manzanas, Atlas decidió no aceptar la devolución de los cielos, y dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, pero Heracles le engañó de nuevo pidiéndole que sujetase el cielo un momento para que pudiera ponerse su capa como almohadilla sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó. Según una versión alternativa, Heracles habría matado a Ladón.

Heracles fue la única persona que logró robar las manzanas, aunque Atenea las devolvió más tarde a su lugar apropiado en el jardín.



Las estrellas

Justo sobre la Libra está la Osa Menor, que sólo fue considerada una constelación pasado el siglo VI a. C., momento en el que se pensó que era como un osezno. Hasta entonces se había considerado que eran siete hermanas, en concreto las hespérides, quienes también formaron el ala de la constelación del Draco (aunque desde tiempos romanos no se había pensado que el ala fuera parte de éste).

La constelación de la Osa Mayor queda entre la Osa Menor y la eclíptica de la Libra. En tiempos antiguos se pensaba en ella como en un manzano, siendo sus tres frutos las estrellas más brillantes, en lo que hoy se considera la cola del oso. Entre la Osa Menor y la Osa Mayor está la constelación del Draco, el dragón, que parece estar protegiendo las «manzanas» de la Osa Mayor y queda como la línea frontal bajo la que están las estrellas de la Osa Menor. El Draco mira amenazador hacia el sol cuando éste está en Libra.

Íntimamente asociada con este grupo de constelaciones está la de Boötes, situada entre ellas y la Libra. Las leyendas antiguas sobre la constelación de Boötes recogen el hecho de que partes de ella quedan cerca de Polaris, la estrella polar, y como tal, se consideraba que era el hombre que sujetaba los cielos, Atlas. Sus tres grupos de siete hijas serían las pequeñas constelaciones de siete estrellas: las Hespérides, las Híades y las Pléyades. 

Boötes parece estar dirigiéndose hacia la Osa Mayor y la Menor (que es el motivo por el que se le conoce como «Guardián de las Osas»).

Los griegos no consideran a Libra una constelación separada (la incluían como parte de Escorpio). Aunque no se sabe con certeza qué tomaban en su lugar, podría haber sido Boötes, puesto que es una constelación grande en la zona aproximada. Dado que Boötes no está realmente en la eclíptica, el lugar que debería ocupar en el zodíaco está vacante, y por tanto el sol, al estar en Libra, puede decirse que habría tomado su lugar.



La presencia del gigante Anteo en algunas versiones de la historia puede ser indicativa de una segunda aplicación de las constelaciones, concretamente un mito sobre Boötes y por qué no está en la eclíptica, aunque le correspondiera estar.

Generalmente se cree que Busiris, un rey egipcio, es una corrupción del nombre Osiris, y su mito una deformación del sacrificio de Osiris (un dios del sol) por Set, representativo del aparente corte en el camino del sol por su eclíptica durante las dos semanas siguientes al solsticio y su cercana muerte (el propio solsticio). La historia, sin relación con Libra, puede haberse originado cuando la conexión con el zodíaco se perdió, haciéndose entonces una asociación con el viaje a la cordillera del Atlas por África, y por tanto por Egipto. 

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