jueves, 27 de diciembre de 2012



Una investigación internacional revela que un agujero negro de la galaxia de Andrómeda emite, en ocasiones, más luminosidad de la esperada para su masa. El hallazgo, publicado en la revista Nature, le confiere características de una fuente de rayos X ultraluminosa.
ABSORBE LA MATERIA DE SU ESTRELLA

La galaxia de Andrómeda tiene un agujero negro superluminoso

El fenómeno se debe a la fuerte atracción que se establece entre el agujero negro y su estrella.

El extraño caso del agujero negro de Andrómeda
La galaxia de Andrómeda. 

Uno de los numerosos agujeros negros presentes en la vecina galaxia de Andrómeda ha puesto patas arriba los modelos de emisión de rayos X al descubrirse que la luminosidad que emite puede llegar a superar aquella que le correspondería en función de su masa.
Una investigación, en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha establecido la masa de este objeto en unas diez veces la del Sol.
No obstante, algunos sus registros de luminosidad exceden los límites establecidos por la física. El hallazgo ha sido publicado hoy en la revista Nature.
Una serie de fórmulas matemáticas establece cuál debe ser la luminosidad máxima de un objeto cósmico en función de su masa –conocida como la luminosidad de Eddington–.
Por encima de este límite, por ejemplo, una estrella normal se descompondría. Para un agujero negro de masa una decena de veces superior a la del Sol, esta cifra es de 1x1032 vatios, un millón de veces mayor que la luminosidad del Sol.
Fuentes de rayos X ultraluminosas
Algunas fuentes cósmicas de rayos X alejadas de los centros de las galaxias brillan con luminosidades que superan esta cifra, y por ello se denominan fuentes de rayos X ultraluminosas –ULX por sus siglas en inglés–.
Tienen masas mayores que las de los agujeros negros normales pero menores que las de los agujeros negros supermasivos localizados en los centros de las galaxias.
La experta del Instituto de Ciencias del Espacio –centro del CSIC asociado al Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña– Margarita Hernanz, que ha colaborado en la investigación, explica: “Dentro de las ULX, el nivel de luminosidad de este agujero negro es de los menos intensos, de hecho, sólo supera el límite de 1x1032 vatios en algunas ocasiones”.
Los resultados obtenidos abren una nueva ventana de comprensión de los agujeros negros y su evolución en el Universo
Este fenómeno se debe a la propia configuración del agujero negro, que pertenece a un sistema binario en el que él y su estrella acompañante orbitan mutuamente entre sí a gran velocidad. Durante este baile cósmico, parte de la materia de la estrella es atraída y absorbida por el agujero. Antes de ser engullida, esta materia crea un disco de acrecimiento alrededor del agujero negro y emite intensamente en rayos X.
Es en este momento cuando puede medirse la luminosidad del objeto y su masa, ya que, como comenta la investigadora del CSIC, “un agujero negro que no interactúa con ningún otro objeto no puede ser observado porque no emite luz”.
La luminosidad depende de la masa
La luminosidad de este fenómeno depende de la masa del agujero negro, ya que cuanto más masivo sea, más potente será su campo gravitatorio y más materia será capaz de absorber, lo que le conferirá una mayor luminosidad.
No obstante, resulta lógico pensar que estos parámetros no son estables, si no que varían con el tiempo y, a menor escala del agujero más rápida será la variación de los parámetros. Según Hernanz, “el objeto que comenzó siendo un ULX ha demostrado ser un microcuásar, un sistema binario que alberga un agujero negro de masa pequeña. Las observaciones en radio de los chorros relativistas de materia expulsada por los polos del agujero negro en rotación han ayudado a determinar su masa”.
Los resultados obtenidos por esta investigación abren una nueva ventana de comprensión de los agujeros negros y su evolución en el Universo. Para la investigadora, “comprender el comportamiento de los agujeros negros supone un gran reto, no obstante, las microescalas en las que se presentan los microcuásares hacen que su evolución sea mucho más rápida y les convierten en escenarios perfectos para entender la evolución de los cuásares –los mega agujeros negros ubicados en el centro de las galaxias– para comprender cómo se ha distribuido la masa y la energía en el Universo primitivo y cómo se han formado las galaxias que vemos hoy en día”.
Referencia bibliográfica:
Matthew J. Middleton et al. "Bright radio emission from an ultraluminous stellar‐mass microquasar inM31". Nature. DOI: 10.1038/nature11697

martes, 25 de diciembre de 2012




Las primeras estrellas que se formaron tras el Big Bang y la Edad Oscura eran muy masivas, y jugaron un papel protagonista durante el periodo de reionización. A partir de ese momento los fotones pudieron viajar libremente por el espacio, trayendo la información de objetos distantes. La principal diferencia entre las primeras estrellas y las que se observan actualmente es que aquéllas se formaron sólo a partir de hidrógeno y helio, sin metales. Por tanto, las estrellas masivas pobres en metales son fundamentales para comprender las primeras etapas del universo. Nuevas observaciones del Gran Telescopio CANARIAS (GTC) nos acercan un paso más a las estrellas del universo primitivo. Este trabajo se ha publicado en la revista Astronomy & Astrophysics.

Recientes descubrimientos llevados a cabo por Miriam García y Artemio Herrero nos acercan a las condiciones de las estrellas en el Universo primitivo. Miriam García es miembro Consolider-GTC del equipo ESTRELLAS MASIVAS AZULES del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y Artemio Herrero, catedrático de la Universidad de La Laguna y miembro del IAC, es investigador principal del mismo equipo.

Las estrellas masivas calientan, ionizan y hacen brillar el medio que las rodea a través de la radiación que emiten, la cual depende de su temperatura. Cuanto mayor es su temperatura, mayor es su capacidad para hacer brillar el gas de su entorno y este es el material que observamos cuando nos remontamos a las edades más tempranas del universo. En el universo primitivo, el material del que se formaban las estrellas tenía un contenido muy bajo en metales (en Astrofísica, todos los elementos distintos del hidrógeno y el helio). Para entenderlo, es necesario estudiar objetos con una composición química similar.

Las estrellas masivas que existían en aquella época eran muy pobres en metales. Estas estrellas eran capaces de generar eventos altamente energéticos (como explosiones de supernova y estallidos de rayos-gamma) que afectaban profundamente a su entorno. Por lo tanto son un ingrediente clave para nuestros modelos de la evolución del universo y, especialmente, para intentar saber más sobre lo que ocurrió en su infancia.


Galaxia IC 1613

Esta galaxia enana irregular se encuentra a unos 2,3 millones de años luz de la Tierra, entre las Constelaciones de Piscis y la Ballena. IC1613 es la galaxia más próxima a nosotros con un contenido en metales significativamente inferior al de la Pequeña Nube de Magallanes.

La Pequeña Nube de Magallanes representaba hasta la fecha el entorno más pobre en metales en el que las estrellas masivas se habían estudiado en detalle. Por superar la barrera que establece la Pequeña Nube de Magallanes y por su relativa proximidad, las estrellas de IC1613 constituyen el siguiente paso para estudiar cómo funcionaban las primeras estrellas del Universo.

Sin embargo, los estudios son cada vez más difíciles: las galaxias que alojan a las estrellas masivas pobres en metales son cada vez más lejanas y, al bajar el contenido metálico, los rasgos presentes en los espectros son cada vez más débiles. Es necesario un telescopio como el GTC para poder abordar el problema.

Más estrellas para una nueva escala de temperaturas

Utilizando observaciones realizadas con el espectrógrafo OSIRIS en el GTC, García y Herrero han duplicado el número de estrellas-O (la fase joven de las estrellas más masivas) conocidas en esta galaxia. Hasta la fecha sólo se sabía de la existencia de 6 estrellas-O censadas en IC1613 por Bresolin et al. (2007), y la estrella estudiada por Herrero y colaboradores en el 2012. Se han descubierto 8 nuevas estrellas de tipo-O con GTC-OSIRIS, lo que aumenta el número de estrellas conocidas en esta galaxia en un factor 2.

En su estudio, García y Herrero han logrado establecer la escala de temperaturas para las estrellas masivas en IC1613, en unas condiciones de metalicidad más próximas que nunca a las del universo primitivo. Con un 30% menos de metales, la escala de temperatura de IC1613 es unos 1000K más caliente que la de las estrellas de la Pequeña Nube de Magallanes. Este resultado constituye una herramienta muy potente para estimar el flujo ionizante de poblaciones estelares jóvenes no resueltas, como las que observamos al penetrar cada vez más lejos en el Cosmos.

El equipo continúa sus trabajos de exploración con GTC-OSIRIS en otras galaxias. Su objetivo es descender sucesivos peldaños en el contenido de metales de las estrellas estudiadas, llegando cada vez más cerca a las condiciones del universo primitivo.

enlace original ESO