sábado, 29 de junio de 2013

LEYENDA DE LAS MIL Y UNA NOCHES

¡Aquello que quiera Alah! ¡En el nombre de Alah el Clemente, el Misericordioso! Que las leyendas de los antiguos sean una lección para los modernos, a fin de que el hombre aprenda en los sucesos que ocurren a otros que no son él. Entonces respetará y comparará con atención las palabras de los pueblos pasados y lo que a él le ocurra, y se reprimirá. Por esto ¡gloria a quien guarda los relatos de los primeros como lección dedicada a los últimos!

HISTORIA DEL REY SCHAHRIAR Y DE SU HERMANO EL REY SCHAHZAMAN
Cuéntase -pero Alah es más sabio, más prudente, más poderoso y más benéfico- que en lo que transcurrió en la antigüedad del tiempo y en lo pasado de la edad, hubo un rey entre los reyes de Sassan, en las islas de la India y de la China. Era dueño de ejércitos y señor de auxilliares de servidores y de un séquito numeroso. Tenía dos hijos, y ambos eran heroicos jinetes, pero el mayor valía más aún que el menor. El mayor reinó en los países, gobernó con justicia entre los hombres, y por eso le querían los habitantes del país y del reino. Llamábase el rey Schahriar. Su hermano, llamado Schahzaman; era el rey de Samarcanda Al-Ajam.
Siguiendo las cosas el mismo curso, residieron cada uno en su país, y gobernaron con justicia a sus ovejas durante veinte años. Y llegaron ambos hasta el límite del desarrollo y el florecimiento.
No dejaron de ser así, hasta que el mayor sintió vehementes deseos de ver a su hermano. Entonces ordenó a su visir que partiese y volviese con él. El visir contestó: "Escucho y obedezco."

Partió, pues, y llegó felizmente par la gracia de Alah; entró en casa de Schahzaman, le transmitió la paz, le dijo que el rey Schahriar deseaba ardientemente verle, y que el objeto de su viaje era invitarle a visitar a su hermano. El rey Schahzaman contesto: "Escucho y obedezco." Dispuso los preparativos de la partida, mandando sacar sus tiendas, sus camellos y sus mulos, y que saliesen sus servidores y sus auxiliares. Nombró a su visir gobernador del reino y salió en demanda de las comarcas de su hermano.
Pero a media noche recordó una cosa que había olvidado; volvió a su palacio secretamente y se encaminó a los aposentos de su esposa a quien pensaba encontrar triste y llorando por su ausencia. Grande fue, pues, su sorpresa al hallarla departiendo con gran familiaridad con un negro, esclavo entre los esclavos. Al ver tal desacato, el mundo se obscureció ante sus ojos. Y se dijo: "Si ha sobrevenido ésto cuando apenas acabo de dejar la ciudad. ¿Cuán sería la conducta de esta esposa si me ausentase algún tiempo para estar con mi hermano?" Desenvainó inmediatamente el alfanje, y acometiendo a ambos, los dejó muertos sobre los tapices del lecho. Volvió a salir, sin perder una hora ni un instante, y ordenó la marcha de la comitiva. Y viajó de noche hasta avistar la ciudad de su hermano.

Entonces éste se alegró de su proximidad, salió a su encuentro, y al recibirlo, le deseó la paz. Se regocijó hasta los mayores límites del contento, mandó adornar en honor suyo la ciudad y se puso a hablarle lleno de efusión. Pero el rey Schahzaman recordaba la fragilidad de su esposa, y una nube de tristeza le velaba la faz. Su tez se había puesto pálida y su cuerpo se había debilitado. Al verle de tal modo, el rey Schahriar creyó en su alma que aquello se debía a haberse alejado de su reino y de su país, lo dejaba estar sin preguntarle nada. Al fin, un día, le dijo: "Hermano, tu cuerpo enflaquece y su cara amarillea." Y el otro respondió: "¡Ay, hermano, tengo en mi interior como una llaga en carne viva-!" Pero no le reveló lo que le había ocurrido con su esposa. El rey Schahriar le dijo: "Quisiera que me acompañase a cazar a pie y a caballo, pues así tal vez se esparciera tu espíritu." El rey Schalizaman no quiso aceptar y su hermano se fue solo a la cacería.

Había en el palacio unas ventanas que daban al jardín, y habiéndose asomado a una de ellas el rey Schahzaman, vio corno se abría una puerta secreta para dar salida a veinte esclavas y veinte esclavos, entre los cuales, avanzaba la mujer del rey Schahciar en todo el esplendor de su belleza, y ocultándose para observar lo que hacían, pudo convencerse de que la misma desgracia de que él había sido víctima, la misma o mayor, cabía a su hermano el sultán.
Al ver aquello, pensó el hermano del rey: "¡Por Alah! Más ligera es mi calamidad que esta otra." Inmediatamente, dejando que se desvaneciese su aflicción, se dijo: "¡En verdad, esto es más enorme que cuanto me ocurrió a mí!" Y desde aquel momento volvió a comer y beber cuanto pudo.

A todo esto, el rey, su hermano, volvió de su excursión y ambos se desearon la paz íntimamente. Luego el rey Schahriar observó que su hermano el rey Schalizaman acababa de recobrar el buen color, pues su semblante había adquirido nueva vida, y advirtió también que comía con toda su alma después de haberse alimentada parcamente en las primeros días. Se asombró de ello, y dijo: -"Hermano, poco ha te veía amarillo de tez v ahora has recuperado los colores. Cuéntame qué te pasa." El rey le dijo: "Te contaré la causa de mi anterior palidez, pero dispénsame de reterirte el motivo de haber recobrado los colores." El rey replicó: "Para entendernos, relata primeramente la causa de tu pérdida de color y tu debilidad." Y se explicó de este modo: "Sabrás, hermano, que cuando enviaste tu visir para requerir mi presencia, hice mis preparativos de marcha, y salí de la ciudad. Pero después me acordé de la joya que te destinaba y que te di al llegar a tu palacio. Volví, pues, y encontré a mi mujer y a un esclavo negro departiendo con gran familiaridad. Los maté a los dos, y vine hacia ti, muy atormentado por el recuerdo de tal aventura. Este fue el motivo de mi primera palidez y de mi enflaquecimiento. En cuanto a la causa de haber recobrada mi buen color, dispénsame de mencionarla."

Cuando su hermano oyó estas palabras, le dijo: "Por Alah te conjuro a que me cuentes la causa de haber recobrado tus colores." Entonces el rey Schalizaman le refirió cuanto había visto. Y el rey Schaliriar dijo: "Ante todo, es necesario que mis ojos vean semejante cosa." Su hermano le respondió: "Finge que vas de caza, pera escóndete en mis aposentos, y serás testigo del espectáculo: tus ojos lo comprobarán."
Inmediatamente, el rey mandó que el pregonero divulgase la orden de marcha. Los soldados salieron con sus tiendas fuera de la ciudad. El rey marchó también, se ocultó en su tienda y dijo a sus jóvenes esclavos: "¡Que nadie entre!" Luego se disfrazó, salió a hurtadillas y se dirigió al palacio. Llegó a los aposentos de su hermano, y se asomó a la ventana que daba al jardín. Apenas había pasado una hora, cuando salieron las esclavas, rodeando a su señora, y tras ellas los esclavos. E hicieron cuanto había contado Schahzaman.
Cuando vio estas cosas el rey Schahriar, la razón se ausentó, de su cabeza, y dijo a su hermano: "Marchemos para saber cuál es nuestro destino en el camino de Alah, porque nada de común debemos tener con la realeza hasta encontrar a alguien que haya sufrido una aventura semejante a la nuestra. Si no, la muerte sería preferible a nuestra vida." Su hermano le contestó lo que era apropiado, y ambos salieron por una puerta secreta del palacio. Y no cesaron de caminar día y noche, hasta que por fin llegaron a un árbol, en medio de una solitaria pradera, junto al mar salado. En aquella pradera había un manantial de agua dulce. Bebieron de ella y se sentaron a descansar.

Apenas había transcurrido una hora del día, cuando el mar empezó a agitarse. De pronto brotó de él una negra columna de humo, que llegó hasta el cielo y se dirigió después hacia la pradera. Los reyes, asustados, se subieron a la cima del árbol, que era muy alto, y se pusieron a mirar lo que tal cosa pudiera ser. Y he aquí que la columna de humo se convirtió en un efrit de elevada estatura, poderoso de hombros y robusto de pecho. Llevaba un arca sobre la cabeza. Puso el pie en el suelo, y se dirigió hacia el árbol y se sentó debajo de él. Levantó entonces la tapa del arca, sacó de ella una caja, la abrió, y apareció en seguida una encantadora joven, de espléndida hermosura, luminosa lo mismo que el sol, como dijo el poeta:
¡Antorcha en las tinieblas, ella aparece y es el día! ¡Ella aparece y con su luz se iluminan las auroras!
¡Los soles irradiar con su claridad y las lunas con las sonrisas de sus ojos! ¡Que los velos de su misterio se rasguen, e inmediatamente las criaturas se prosternan encantadas a sus pies!
¡Y ante los dulces relámpagos de su mirada, el rocío de las lágrimas de pasion humedece todos los párpados!
Después que el efrit hubo contemplado a. la hermosa joven, le dijo: "¡Oh soberana de las sederías! ¡Oh tú, a quien rapté el mismo día de tu boda! Quisiera dormir un poco." Y el efrit colocó la cabeza en las rodillas de la joven y se durmió.
Entonces la joven levantó la cabeza hacia la copa del árbol y vio ocultos en las ramas a los dos reyes. En seguida apartó de sus rodillas la cabeza del efrit, la puso en el suelo, y les dijo por señas: "Bajad, y no tengáis miedo de este efrit." Por señas, le respondieron: "¡Por Alah sobre ti! ¡Dispénsanos de lance tan peligroso!" Ella les dijo: "¡Por Alah sobre vosotros! Bajad en seguida si no queréis que avise al efrit; que os dará la peor muerte." Entonces, asustados, bajaron hasta donde estaba ella, la joven los tomó de las manos, se internó con ellos en el bosque y les exigió algo que no pudieron negarle. Una vez estuvieron cumplidos sus deseos sacó del bolsillo un saquito y del saquito un collar compuesto de quinientas setenta sortijas con sellos, y les pregunto "¿Sabéis lo que es esto?" Ellos contestaron: "No lo sabemos." Entonces les explicó la joven: "Los dueños de estos anillos hicieron lo mismo que vosotros junto a los cuernos insensibles de este efrit. De suerte que me vais a dar vuestros anillos." Lo hicieron así, sacándoselos de los dedos, y ella entonces les dijo: "Sabed que este efrit me robó la noche de mi boda; me encerró en esa caja, metió la caja en el arca, le echó siete candados y la arrastró al fondo del mar, allí donde se combaten las olas. Pero no sabía que cuando desea alguna cosa una mujer no hay quien la venza." Ya lo dijo el poeta:

¡Amigo: no te fíes de la mujer; ríete de sus promesas! ¡Su buen o mal humor depende de sus caprichos!
¡Prodigan amor falso cuando la perfidia-las llena y forma como la trama de sus vestidos!
¡Recuerda respetuosamente las palabras de Yusuf! ¡Y no olvides que Eblis hizo que expulsaran a Adán por causa de la mujer!
¡No te confíes, amigo! ¡Es inútil! ¡Mañana, en aquella que creas más segura, sucederá al amor puro una pasión loca!
Y no digas: "¡Si me enamoro, evitaré las locuras de los enamorados!" ¡No lo digas! ¡Sería verdaderamente un prodigio único ver salir a un hombre sano y salvo de la seducción de las mujeres!
Los dos hermanos; al oír estas palabras, se maravillaron hasta más no poder, y se dijeron uno a otro: "Si éste es un efrit, y a pesar de su poderío le han ocurrido cosas más enormes que a nosotros, esta aventura debe consolarnos." Inmediatamente se despidieron de la joven y regresaron cada uno a su ciudad.
En cuanto el rey Schahriar entró en su palacio, mandó degollar a su esposa, así como a los esclavos y esclavas. Después persuadido de que no existía mujer alguna de cuya fidelidad pudiese estar seguro, resolvió desposarse cada noche con una y hacerla degollar apenas alborease el día, siguiente. Así estuvo haciendo durante tres años, y todo eran lamentos y voces de horror. Los hombres huían con las hijas que les quedaban.
En esta situación, el rey mandó al visir que, como de costumbre, le trajese una joven. El visir, por más que buscó, no pudo encontrar ninguna, y regresó muy triste a su casa, con el alma transida de miedo ante el furor del rey. Pero este visir tenía dos hijas de gran hermosura-, que poseían todos los encantos, todas las perfecciones y eran de una delicadeza exquisita. La mayor se llamaba Schathrazada, y el nombre de la menor era Doniazada.
La mayor; Schaltrazada, había leído los libros, los anales, las leyendas de los reyes antiguos y las historias de los pueblos pasados. Dicen que poseía también mil libros de crónicas referentes a los pueblos de las edades remotas, a los reyes de la antigüedad y sus poetas. Y era muy elocuente v daba gusto oírla.
Al ver a su padre, le habló así: "Por qué te veo tan cambiado, soportando un peso abrumador de pesadumbres y aflicciones?... Sabe, padre, que el poeta dice: "¡Oh tú, que te apenas, consuélate! Nada es duradero, toda alegría se desvanece y todo pesar se olvida."

Cuando oyó estas palabras el visir; contó a su hija cuanto había ocurrido desde el principio al fin, concerniente al rey. Entonces le dijo Schahrazada: "Por Alah, padre, cásame con el rey, porque si no me mata seré la causa del rescate de las hijas de los musulmanes y podré salvarlas de entre las manos del rey." Entonces el visir contestó: "¡Por Alah sobre ti! No te expongas nunca a tal peligro." Pero Schahrazada repuso: "Es imprescindible que así lo haga." Entonces le dijo su padre: "Cuidado no te ocurra lo que les ocurrió al asno y al buey con el labrador. Escucha su historia:



viernes, 14 de junio de 2013



LOS INDIOS HOPI


La importancia de los mitos


Todas las culturas a lo largo de la historia de la humanidad, han elaborado una concepción del mundo a base de mitos, que a su vez están íntimamente relacionados con la religión.

Este cercano vínculo entre religión y mitología, desestimado por muchos, ha sido comprendido y valorado por el gran antropólogo británico, James Frazer, en su conocida obra La rama dorada.

Los mitos, para las culturas aborígenes son parte de su historia sagrada. Vendrían a ser lo que para un cristiano representa a La Bibliapara un hindú los Vedas, o para un musulmán El Corán.
En ellos se encuentran principios que gobiernan la conducta, la fe y la moralidad de las personas.

Estos mitos, que existen en toda cultura milenaria, no representan una mera ficción, sino que se entienden generalmente como una realidad viviente, algo que realmente ha ocurrido alguna vez, en los albores de la civilización.

Aquí, por más que a más de uno no le guste, vemos que los mitos no se diferencian mucho de las religiones organizadas.

Generalmente estos mitos, están constituidos por historias que narran acontecimientos que van dando respuestas ainterrogantes clásicos y perennes, como ser: sobre el origen del universo, cuando y como se creó, quien participó en su diseño, como suceden los fenómenos de la naturaleza, cual es el propósito del hombre en la tierra y cuál es su destino.

Luego también es común encontrar historias, en forma de fábulas,leyendas o parábolas que intentan principalmente transmitir ciertos principios morales, enfatizar preceptos, o comunicar útiles consejos para la vida cotidiana

Al ver la estrecha relación que existe entre mito y religión, es oportuno ponernos a desentrañar que entendemos por esta última.

Realmente encuentro interesante y aplicable al caso, la distinción entre religión exotérica (o externa) y la religión esotérica (u oculta), que realiza el reconocido filósofo contemporáneo, Ken Wilber, en el libro Psicoterapia y espiritualidad:

La (religión) exotérica o externa, según Wilber, es una religión que cree ciegamente en el mito, tremendamente literal: el cristiano que haga una interpretación exotérica de la Biblia, creerá por ejemplo que Jesús nació de una virgen, que Moisés separó las aguas del mar rojo, que el mundo se creó en seis días, que Eva salió de una costilla de Adán o que un día llovió maná del cielo.

Los hindúes, por su parte creerán que la tierra descansa sobre la espalda de un elefante, y este a su vez se apoya en una tortuga que reposa sobre una serpiente, también creerán que Krishna hizo el amor con diez mil pastorcillas, o que Brahma brotó de una grieta en un huevo cósmico.

La religión esotérica en cambio, no te pedirá que tengas fe ciega en nada o que te sometas dócilmente a dogma alguno. Es más te invitará a la reflexión y a que experimentes por ti mismo las verdades que ella pregona.

Se la llama también oculta, pero no por su secretismo, sino porque no basta con creer ciegamente, sino que hay que descubrir, indagar y experimentar directamente sus verdades. No le interesan las opiniones sino el conocimiento.


Las distintas religiones del mundo desde un punto de vistaexotérico difieren mucho entre si, cada una con sus propios mitos. En cambio si se las ve del lado esotérico vemos un acuerdo en varios puntos; como por ejemplo en la naturaleza del alma, del espíritu y de la identidad suprema. Esto es lo que los eruditos denominan la unidad trascendente de las religiones del mundo, es decir, el núcleo esotérico que las unifica.

Lo cierto es que cada uno es muy libre de interpretar los mitos como le plazca, por ejemplo, como hace de manera certera el profesor Joseph Campbell, entender a los mitos como metáforasalegorías de verdades trascendentes. Por ejemplo, interpretar el nacimiento virginal de Cristo como sinónimo de pureza; que Jesús obraba desde su verdadero Yo.

Pero el problema es que muchos de quienes creen ciegamente en los mitos, no suelen admitirlo así, y esto provoca las divisiones y conflictos religiosos ya conocidos. Cada uno cree ciegamente en su mito, en SU verdad.

Pero por otro lado, la creencia ciega literal del mito, muchas veceschocará de bruces con nuestra mente racional. Esta rechinará ante la mera mención de un posible nacimiento virginal por poner un ejemplo. No hay que ser adivino para imaginar la cara del marido, cuya mujer embarazada, le dijera: “Mi amor, estoy embarazada, pero no te preocupes, no me he acostado con ningún otro hombre. El verdadero padre de mi hijo es el espíritu santo.”

Sin embargo, muchas religiones, y desde sus mismas cúpulas intentan seguir manteniendo con uñas y dientes el mito literal, fomentando así las divisiones.

En si los mitos son importantes y no tienen nada de malo, el problema es la férrea aceptación del mismo de manera literal como verdad única, suprema e inviolable.

Distinto se da cuando un místico enfrenta a un mito. Este le dará un significado esotérico que no dependerá de un sistema de creencias externas, sino que su interpretación partirá de la sabiduría y de la experiencia directa y contemplativa de su ser.
Son justamente los místicos quienes sostienen que la esencia de su religión es en base, idéntica a cualquier otra religión mística, que recibe muchos nombres pero en realidad, todo es UNO.


Si bien los indios hopi tienen un sistema de mitos y leyendas y alrededor de ellos gira su sentir espiritual; podemos decir que sonverdaderos místicos en su cosmovisión religiosa, ya que lo hacen desde un punto de vista holístico y no sectario y divisivo. Con un profundo respeto a las demás religiones, al ser y a la naturaleza.

El ser humano es UNO, más allá de diferencias o discrepancias de color o de credo.

Algún día....tal vez..........lleguemos a comprenderlo.