martes, 30 de octubre de 2012


Vestigios del pasado
Imagen esquemática del cinturón de asteroides. Se muestra el cinturón principal, entre las órbitas de Marte y Júpiter, y el grupo de los troyanos, en la órbita de Júpiter.

Entre Marte y Júpiter se encuentra lo que los astrónomos denominan el cinturón de asteroides. Se trata de una especie de anillo formado por un gran número de pequeños planetas. El más grande, Ceres, es una esfera desigual de 952,4 kilómetros de diámetro, y los más pequeños son restos de contornos irregulares, del tamaño de pelotas y guijarros.
El término anillo, empleado aquí para describir el cinturón de asteroides, no debe hacernos creer que se trata de un medio muy denso en el que las rocas del espacio colisionan a menudo. De media, cada asteroide importante está separado de su vecino por una distancia de cinco millones de kilómetros. Y aunque se producen colisiones, éstas se producen de media (en los asteroides importantes) cada 100.000 años.
El cinturón de asteroides corresponde a una zona del sistema solar situada entre 2 y 4 UA , en la que no ha podido formarse ningún planeta a causa de las perturbaciones causadas por Júpiter. Por ese motivo, los astrónomos piensan que buena parte de esos cuerpos datan de los primeros tiempos del sistema solar, es decir, de una época en la cual los planetas no existían. Hace más de 4,5 millardos de años (4500 millones) sólo giraban en torno al Sol pequeños bloques. A más de 3 unidades astrónomicas, esos cuerpos estaban hechos de roca pero sobre todo de hielo, cuya existencia era posible gracias a temperaturas suficientemente bajas. A menos de 3 unidades astronómicas, los hielos no podrían sobrevivir y únicamente los silicatos se reagruparon para crear pequeños planetoides. Así nacieron los asteroides. La mayoría, fueron atraídos por cuerpos con mayor masa: los planetas en formación. Estos desempeñaron el papel de gigantescos aspiradores que limpiaron el espacio de asteroides, excepto Marte y Júpiter. Por esta razón, una parte de esas rocas espaciales constituyen vestigios capaces de dar testimonio de las condiciones reinantes en las inmediaciones del Sol hace 4,5 millardos de años.
Sin embargo, no todos los asteroides son cuerpos tan primitivos. Los astrónomos han detectado diferencias en su composición. Alrededor de 6 de cada 10 del tipo C, datan probablemente de la génesis del sistema solar. Los otros son rocosos (tipo S) o metálicos (tipo M) y son el resultado de la fragmentación de objetos más grandes, cuyo diámetro sobrepasaría los 200 kilómetros. Este es el tamaño mínimo a partir del cual el calor interior generado por la propia gravedad del objeto basta para que se produzca una diferenciación: en el magma, los elementos pesados como los metales se deslizan hacia el centro para constituir el núcleo, mientras que los elementos ligeros, como las piedras, flotan para formar el manto. Cuando, como consecuencia de una colisión el astro se fragmenta, los trozos del núcleo producen asteroides de tipo M y los del manto dan lugar a asteroides de tipo S. Algunos de estos pequeños planetas siguen su propio camino, alejándose de los otros. Fuera del cinturón de asteroides.
Desviados por los principales planetas, algunos cruzan en ocasiones la Tierra, como Eros, el más grande, un "balón de Rugby" de 14 x 14 x 40 kilómetros, o Adonis, famoso por haber rozado -en la ficción- el cohete de Tintín. Fobos y Deimos, los dos satélites de Marte, son asteroides capturados durante su escapada del cinturón principal. Lo mismo debió sucederle a Amalthea, uno de los pequeños satélites jovianos.
wikipedia


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